Los proyectos no construidos para la conclusión de la torre campanario de la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora de La Puebla de Híjar (1772-1784), obra de Agusín Sanz y Joaquín Cólera

por Javier Martínez Molina




INTRODUCCIÓN


  La nueva Iglesia parroquial de la Natividad de Nuestra Señora de La Puebla de Híjar se construyó entre 1763 y 1772 a expensas de la Casa de Híjar, según un proyecto del maestro de obras de Alcañiz Joaquín Cólera, quien se encargó de la dirección de las obras durante la mayor parte de dicho periodo. No obstante, debido a diversos problemas surgidos al inicio de los trabajos, la Casa de Híjar decidió contratar al arquitecto zaragozano Agustín Sanz Alós (1724-1801)1 para que actuara como supervisor general de dichas obras, labor que éste desempeñó entre principios de 1765 y comienzos de 1772 y que no sólo se limitó a la revisión de la correcta construcción del templo, sino que también se extendió a la introducción progresiva de numerosas modificaciones en el edificio (fachada, decoración interior, cúpula...)2, algo que fue posible gracias a las amplias potestades que le concedió el IX Duque de Híjar, Pedro de Alcántara de Silva Fernández de Híjar y Abarca de Bolea (1741- 1808)3, que pronto vio en el zaragozano a un eficaz colaborador. De hecho, la satisfacción por el eficiente trabajo desarrollado en este proyecto, llevó al duque a convertir a Sanz en su arquitecto de referencia en Aragón hasta el fallecimiento de éste a mediados de 1801. Es más, el duque de Híjar fue el mejor comitente privado que tuvo Sanz a lo largo de su carrera4 [figs. 1, 2 y 3].


Fig. 1: Diseño de la planta de la Iglesia parroquial de la Natividad de Nuestra Señora de
La Puebla de Híjar (Teruel), elaborado probablemente por el maestro de obras Joaquín Cólera hacia 1758-1763. Tinta negra y lavado de colores sobre papel entelado, 62’5 x 36 cm. A.H.P.Z.,
C/MPGD/182. Junto a la puerta principal, en el lado de la epístola, se observa la planta cuadrada de la base o primer cuerpo de la torre con su escalera.


Fig. 2: Vista general del interior de la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora
de La Puebla de Híjar hacia el presbiterio.


Fig. 3: Retrato de Pedro de Alcántara de Silva Fernández de Híjar, IX Duque de Híjar.
Antonio González Velázquez, 1774. Óleo sobre lienzo, 222 x 139 cm. Sevilla, Palacio de Dueñas.


   Al darse por concluida la construcción de la nueva iglesia a finales de enero de 1772 con la Traslación del Santísimo Sacramento, quedó pendiente un elemento arquitectónico muy destacado, la torre campanario, que a pesar de estar incluida en el proyecto originario de Joaquín Cólera como una parte más del templo, se había ido postergando y no se había llegado a construir a excepción de su primer cuerpo. Esta postergación se debía en parte a que el comitente, el IX Duque de Híjar, la consideraba de importancia secundaria para el culto divino y además tenía muy arraigada la idea de que no era de su obligación construirla. De hecho, consideraba que como tomador o llevador de las rentas de la parroquial sólo estaba obligado a costear una simple espadaña que pudiera albergar las campanas dignamente, siendo la torre un elemento de mero embellecimiento de la iglesia y del propio pueblo que debía ser sufragado por los vecinos5. A pesar de todo, por distintos motivos que se explican a continuación, entre 1772 y 1784 se sucedieron distintos proyectos para concluir la torre campanario, aunque finalmente no se llegó a materializar físicamente ninguno de ellos.

La construcción del primer cuerpo de la torre campanario (1765-1767)


   En enero de 1772, al darse por concluida la iglesia, sólo se había levantado la base o primer cuerpo de la torre, de planta cuadrada y ubicado en el lado de la epístola del templo, que quedaba integrado constructiva y visualmente en la fachada principal, con la que formaba un único bloque al exterior. Esto hacía que resultara casi imperceptible al no poderse visualizar de manera segregada respecto al resto del edificio. Únicamente se distinguían dos ventanas molduradas con orejetas que carecen de equivalente en el lado contrario de la fachada y que sirven para iluminar la escalera que envuelve el perímetro interior de este primer cuerpo de la torre, que estaba pensada para dar acceso a un futuro cuerpo de campanas. También era visible el remate de este primer cuerpo, que coincidía con el gran frontón triangular que coronaba la fachada principal y que había sido concebido por Agustín Sanz a principios de octubre de 1767, durante su segunda visura de las obras del templo6. Hasta la última restauración, dicho frontón quedaba truncado en su extremo derecho (lado de la epístola) dado que Sanz tuvo que respetar el «pie forzado» que suponía la ubicación del primer cuerpo de la torre y su remate. Este problema derivaba de que el amplio frontón triangular había sustituido a la estrecha coronación mixtilínea ideada por Joaquín Cólera, que había condicionado la ubicación de la torre, que debía quedar a su derecha. Así, para que el frontón tuviera unas proporciones correctas y que a la vez se pudieran construir los cuerpos restantes de la torre, Sanz se vio obligado a truncar su esquina derecha dejando el remate del primer cuerpo de la torre a la derecha del frontón, solución que sólo se puede visualizar en fotografías antiguas anteriores a la última restauración, ya que durante la misma se completó la esquina truncada del frontón [figs. 4, 5 y 6].

   Atendiendo a la fecha en que Agustín Sanz ideó el frontón triangular de la fachada principal y los condicionantes que tuvo, se puede establecer que el primer cuerpo de la torre se construyó en un arco cronológico comprendido entre media-dos de marzo 1765 y primeros de octubre de 1767, ya que Sanz, en el informe de su primera visura de la fábrica de la iglesia, llevada a cabo el 15 de marzo de 17657, señaló que para entonces todavía no se había planteado la fachada principal del templo y por tanto tampoco su campanario, que se integraba en ella. Por el contrario, a primeros de octubre de 1767 ya se había construido el primer cuerpo de la torre, ya que constituyó un «pie forzado» para el nuevo frontón triangular ideado por Sanz. Otro indicio que corrobora esta cronología e incluso la adelanta unos meses, es una carta del administrador local de La Puebla de Híjar, Juan Gareta, dirigida al administrador general de la Casa de Híjar en Aragón, José Faure y Oto, fechada el 19 de julio de 17678, en la que éste le comentó el asunto de las malas prácticas de Joaquín Cólera en la dirección de las obras, haciendo mención por un lado a que dormía la siesta en el quartico de la torre, y por otro a los problemas con los horarios de trabajo y el reloj de la iglesia, que ya debía estar instalado y que posiblemente era reaprovechado del templo antiguo. Ambas referencias, especialmente la alusiva al reloj, confirman que el primer cuerpo de la torre estaba ya construido a mediados de julio de 1767, dado que según se deduce del diseño del segundo proyecto de Sanz para la conclusión de la torre, elaborado muchos años después y todavía conservado, el reloj se disponía empotrado en la parte alta de ese primer cuerpo, justo por debajo de la cornisa que lo remataba9.


Fig. 4: Planta de la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora de La Puebla de Híjar (Sebastián López, S., Inventario Artístico de Teruel y su provincia, Madrid, Servicio de Publicaciones del MEC, 1974, p. 361). Junto a la puerta principal, en el lado de la epístola, se observa la base o primer cuerpo de la torre, de planta cuadrada, con su escalera perimetral.


Fig. 5: Vista general del exterior de la Iglesia de La Puebla de Híjar antes de su última restauración. Se observa la terminación originaria del frontón triangular de la fachada principal, cuya esquina derecha quedaba truncada. Se ve también el tosco cuerpo de campanas levantado tras fracasar los distintos proyectos para concluir la torre campanario, desaparecido en la última restauración.


Fig. 6: Fachada principal de la Iglesia de La Puebla de Hijar. El sector ubicado a la derecha de
la portada corresponde al primer cuerpo de la torre campanario (presenta dos vanos barrocos
con orejetas y otro en derrame). Se observa a la derecha la esquina del frontón triangular
reconstruida en la última restauración, así como el cuerpo de campanas de ladrillo
y metal añadido en dicha restauración.

   Tras la construcción de su primer cuerpo, la materialización del resto de la torre no se acometió de manera inmediata, sino que se fue postergando, dándose prioridad a otras partes del templo, de tal manera que a mediados de abril de 1770, cuando Joaquín Cólera solicitó el relevo como maestro director de las obras de la iglesia, todavía faltaba por construir la parte más relevante y visible del campanario10. De hecho, el propio Agustín Sanz, en una carta dirigida al duque de Híjar en la que le manifestaba precisamente su opinión sobre la petición de Cólera de ser relevado de sus obligaciones, señaló que todavía quedaba mucho trabajo para concluir el templo y su torre, a pesar de lo cual aprobó la marcha de Cólera. No obstante, dado que la torre estaba paralizada a medio construir desde hacía mucho tiempo, propuso que se desechara el proyecto de Cólera y que ésta se hiciera siguiendo un nuevo diseño, ya que consideraba que el que demuestra la planta no es del caso para una obra como ésta. Además, propuso que lo que restaba de la torre se construyera al margen del proceso constructivo general del templo, sacándose al remate, en lo que se ganará tiempo y dinero, es decir, subastándose la ejecución de sus obras, que serían acometidas por otro taller de forma independiente y posiblemente más rápida y barata, al construirse por el sistema de contrata o a estajo, que a diferencia del sistema de administración con el que se acometía el templo, permitía ajustar mucho más el importe y los plazos de obra, ya que los sobrecostes y los desfases temporales perjudicaban principalmente al maestro de obras que contrataba el proyecto, que en consecuencia se esforzaba especialmente para cumplir lo pactado, tanto en costes como en plazos11.

   Meses después, el 27 de noviembre de 1770, Agustín Sanz rubricó el informe de una nueva visura de las obras de la iglesia, en este caso realizada en torno al 26 o 27 de noviembre12. Durante la misma, a pesar de que todavía quedaban pendientes ciertas labores, Joaquín Cólera le había hecho entrega de las obras de la iglesia, por lo que desde entonces el arquitecto zaragozano se encargó directamente de la dirección de los trabajos, aunque desde la distancia y a través de sus oficiales. Precisamente, en dicho informe, al explicar el estado general del templo, Sanz aportó un dato muy interesante en relación al campanario, ya que señaló que la obra estaba exactamente cumplida, a excepción del blanqueo, pavimento, y torre, que faltan dos cuerpos de ella y el c[h]apitel13. Estas palabras permiten constatar que la torre permanecía estancada a la altura del primer cuerpo y a la vez deducir que el proyecto de Cólera contemplaba ya una solución de campanario consistente en dos cuerpos más y un chapitel, lo que indica la notable altura y monumentalidad con que había sido concebida la torre originariamente, monumentalidad que se mantuvo posteriormente ya que Sanz recurrió al mismo esquema general en los dos proyectos que elaboró para la torre [fig. 7].


Fig. 7: Vista aérea de la Iglesia parroquial de la Natividad de Nuestra Señora de
La Puebla de Híjar (foto: Ayuntamiento de La Puebla de Híjar).



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EL primer proyecto de Agustín Sanz para concluir la torre campanario (1772)


   La propuesta de Agustín Sanz de sacar a subasta las obras de conclusión de la torre no surtió efecto, de tal manera que en el año y medio siguiente nada se hizo. Así, en el momento de la Traslación del Santísimo Sacramento al nuevo templo, que tuvo lugar bajo grandes festejos entre el 18 y el 22 de enero de 177214, el campanario seguía estancado a medio construir. No obstante, en torno a aquellas fechas el duque de Híjar encargó a Sanz, que para entonces era ya uno de los dos arquitectos más prestigiosos de Zaragoza15, que elaborara un nuevo diseño para lo que restaba de la torre, aunque no con la intención de construirla sino para poder dar satisfacción a una exigencia municipal y a la vez determinar su coste con el fin de incluirlo en un exhaustivo cálculo que debía recoger con precisión el dinero gastado hasta entonces por el duque en la construcción de la iglesia y el que faltaba por invertir para concluirla por completo.

   El encargo a Agustín Sanz estaba vinculado a la pretensión del duque de que el ayuntamiento le hiciera cesión o donación, como compensación por las grandes sumas invertidas en el nuevo templo, del sitio de la iglesia vieja y cementerio, es decir, de los terrenos donde iba a construirse inicialmente la iglesia parroquial, que se abandonaron hacia 1742, después de iniciadas las obras, por el hundimiento de los cimientos, terrenos que correspondían en parte a un cementerio abandonado y que permanecían todavía sin aprovechamiento16. El duque quería dichos terrenos para venderlos a su favor y destinar el dinero obtenido a resarcirse parcialmente de los gastos pasados y a comprar unas casas anexas a la nueva iglesia que habían quedado muy dañadas por el desagüe de los tejados del templo y que había acordado adquirir a sus dueños17.

   El duque había solicitado los terrenos de la iglesia fallida a través de un expediente abierto en el Vicariato General de la Diócesis de Zaragoza. Sin embargo, antes de tomar una decisión sobre la petición del duque, el ayuntamiento, que era el propietario de los terrenos solicitados18, le exigió que incluyera en dicho expediente el diseño de la torre campanario de la nueva parroquial, cuya construcción querían desatascar los vecinos a toda costa19. En la documentación queda claro que el aristócrata no tenía intención de costear la torre y que no entendía la relación que este asunto podía tener con su solicitud de terrenos, aunque aceptó la exigencia municipal por recomendación de sus abogados. No obstante, también por consejo de éstos, incluyó en el mismo expediente el cálculo exhaustivo del dinero gastado en la nueva iglesia hasta entonces y de lo que quedaba aún por invertir, incluido el coste estimado de la nueva torre, cálculo que debían elaborar, como es lógico, Joaquín Cólera y Agustín Sanz, y que debía servir como elemento de apoyo fundamental para defender, justificar y llenar de razón su solicitud de cesión de terrenos20.

   Como ya se ha indicado, el nuevo diseño de la torre le fue encargado a Agustín Sanz hacia finales de enero de 1772, poco después de las fiestas de Traslación del Santísimo Sacramento al nuevo templo (a las que según parece no asistió)21, dado que según informó José Faure al duque de Híjar en una carta fechada el 8 de febrero de 1772, para entonces Sanz ya estaba sacando el diseño de la torre [...] para incorporar su valor en el total22 del cómputo de lo que se había gastado y quedaba por gastar en la parroquial. Poco más de dos meses después Sanz había concluido ya su diseño, dado que el 18 de abril Faure le comunicó al duque que acababa de enviarle, a través de un valija, porte pagado, y dentro de un cañón de lata, el plan de la torre que para la Iglesia de La Puebla de Híjar ha formado Agustín Sanz, y que también le había remitido la traza original de Joaquín Cólera para la misma torre. En su carta, Faure le pedía al duque que devolviera con celeridad el diseño de Sanz una vez que lo hubiera aprobado, con el fin de que, con conocimiento de su coste, hagan su certificación los maestros del de toda la fábrica, el que se ha de presentar en el expediente de adjudicación del vago y cementerio antiguo que se solicita por este vicariato general23.

   Las trazas llegaron a Madrid hacia el 20 o el 21 de abril, y el día 22, haciendo gala de la celeridad que se le había solicitado, el duque de Híjar, tras aprobarlo, dio orden de que se devolviera a Zaragoza el diseño de Agustín Sanz junto al realizado años atrás por Joaquín Cólera, que había descartado, para que se haga la zertificación de su coste y se presente en el expediente del bago y zimenterio antiguo24. Paradójicamente, la carta en que se comunicaba la devolución de los planos, fechada el 22 de abril, no se remitió hasta el 19 de mayo, por lo que los diseños tampoco se devolvieron hasta entonces, como lo confirma el hecho de que en otra carta fechada ese mismo 19 de mayo, en este caso enviada por José Faure desde Zaragoza, se diera a entender que los planos no habían llegado todavía25. A su vez, los diseños de Cólera ni siquiera se llegaron a devolver, dado que años después todavía permanecían en Madrid, lo que facilitó que hubiera un intento de reutilización de los mismos más adelante26.

  Actualmente se conserva entre los fondos del Archivo Ducal de Híjar un diseño de planta y alzado de los dos cuerpos superiores y el chapitel de la torre de campanas de la Iglesia parroquial de La Puebla de Híjar, que aparece sin fechar y ni firmar, aunque corresponde indudablemente a la mano de Agustín Sanz, tanto por analogía formal y lingüística con otros planos suyos conservados en el mismo archivo, como por la manera tan depurada con que está dibujado, muy propia de él, y sobre todo por estar escrita su leyenda con la letra habitual e inconfundible de Sanz27. Sin embargo, tengo la certeza de que este diseño no corresponde al que elaboró a comienzos de 1772, sino a otro que trazó hacia finales de 1783 y principios de 178428, de nuevo por encargo del duque de Híjar29, atendiendo a su depuración formal, más propia de sus planteamientos arquitectónicos de principios de los años ochenta, y sobre todo por su parentesco en los acabados (márgenes...) con otros diseños estrictamente coetáneos: los referentes al Lugar de San Rafael, pueblo de nueva colonización que diseñó entre mediados de 1783 y comienzos de 1784 por orden del duque de Híjar30. Es más, el diseño de 1772, tras ser aprobado por el duque, se devolvió a Sanz, quien no lo debió reenviar a Madrid al terminar el tanteo del coste de la torre, ya que en 1779 no se conservaba allí ni tampoco en Zaragoza31, lo que haría muy improbable que se custodiara hoy en el archivo ducal. Esto mismo justificaría que se encargara al arquitecto zaragozano un nuevo diseño para la torre en 1782, dado que tras muchos años el propio duque habría olvidado que en el pasado había encargado a Sanz una traza para el mismo elemento arquitectónico. No obstante, también cabe la posibilidad de que Sanz reaprovechara en 1783-1784 el diseño de 1772, aunque esta hipótesis parece improbable, siendo más factible que elaborara una nueva traza, aunque quizá inspirada en la anterior debidamente actualizada. Por tanto, el diseño conservado actualmente corresponde al encargo de 1782, mientras que el de 1772 no se conserva al haber permanecido probablemente en manos del propio Sanz.

   El diseño trazado en 1772 por Agustín Sanz para la torre campanario, que mantenía sin duda la estructura general de tres cuerpos y chapitel elegida por Joaquín Cólera, respondería a la misma estética barroca clasicista de raíz barroca romana visible en el dibujo de 1783-1784, pero con una resolución más compleja, suntuosa y decorativa, más próxima a los planteamientos estéticos desarrollados por Ventura Rodriguez en su propuesta de reforma del Templo del Pilar de Zaragoza, que tanto estaban influyendo en la arquitectura religiosa de Sanz por aquel entonces32, es decir, sin alcanzar todavía la depuración formal y ornamental visible en el segundo diseño, depuración a la que ya estaba sometida la arquitectura de Sanz a comienzos de la década de 1780. Más dificil resulta determinar el formato concreto de la torre ideada por Sanz en 1772, aunque bien pudo responder ya a un esquema similar al que desarrolló posteriormente en el diseño de 1783-1784, es decir: base o primer cuerpo de planta cuadrada (preexistente), dos cuerpos de planta octogonal y chapitel ligeramente bulboso.

   A pesar del encargo del diseño, el duque no tenia intención de construir la torre a sus expensas. Es más, lo dejó muy claro en varias cartas dirigidas a José Faure, sobre todo en una que le escribió su secretario el 22 de abril de 1772, en la que éste le previno que no se allane ni consienta en manera alguna se pague la más leve cantidad por cuenta de Su Excelencia para la construcción de dicha torre, porque esta deve hacerse a costa del vecindario, en cuia ynteligencia, si se hubiese pensado por aquellas jentes en que se haía de hacer a costas de Su Excelencia, puede Vuestra Merced disuadirlos y aconsejarse de los abogados de la casa si hubiese alguna contradicción33. Como se deduce de estas palabras, el duque estaba convencido de que no tenia obligación de levantar el campanario a su costa. Sin embargo, tal y como se le habia sugerido, Faure consultó el asunto con los abogados de Zaragoza que asesoraban habitualmente a la Administración de la Casa de Hijar, quienes inesperadamente le comunicaron que el duque si tenia obligación de costear la torre a su costa, por ser dueño absolutamente [...] de la yglesia y llevador de la décima y primicia que produce el territorio, mientras que los vecinos sólo tenian obligación de aprontar la piedra, madera, agua y ladrillo, y comprar y conducir la cal, arena y yeso34.

   El dictamen juridico de los abogados de Zaragoza desagradó sobremanera al duque de Hijar, que debia estar habituado a la costumbre vigente en Castilla según la cual la opinión más común y sentada no le impone al llevador de diezmos más gravamen que el de hacer una espadaña donde colocar las campanas, y lo que de ahí arriva quisieren los vecinos hacer para la hermosura y mejor aspecto de la propia yglesia y el pueblo, lo deven costear a su expensas35. A raíz de este serio revés hacia sus tesis, el duque pidió que los abogados de Zaragoza estudiarán de nuevo el tema y que le hicieran llegar su dictamen por escrito36. Todo parece indicar que los abogados se reafirmaron en lo ya dictaminado, a pesar de lo cual el duque no debió de apearse de su idea preconcebida y debió instar de nuevo a Faure, como ya hizo el 22 de abril, a que comunicara a los vecinos de La Puebla y a su ayuntamiento que no tenía obligación de construir la torre y que por tanto no iba a financiar su construcción. Esta actitud tan poco diplomática puede considerarse una torpeza del duque en la relación con sus vasallos, una actitud que años después, al afrontar los proyectos de las nuevas iglesias de Urrea de Gaén y Vinaceite, supo corregir de manera inteligente en favor de sus intereses, pero que en este momento le jugó una mala pasada, siendo probablemente el motivo principal de que fracasara por el momento su pretensión de recibir la donación de los terrenos de propiedad municipal que pretendía.


La recuperación del proyecto original de Joaquín Cólera para concluir la torre campanario (1779-1780)


   Hubo que esperar hasta 1779 para que se reactivara el proceso de cesión de los terrenos de la iglesia fallida al IX Duque de Híjar, y a la par, en claro vinculo con dicha cesión, el proyecto para la conclusión de la torre campanario de la iglesia parroquial. Dicho proceso de cesión se reactivó tras acordarse a comienzos de octubre de 1779 la construcción de la nueva torre campanario entre el Ayuntamiento de La Puebla de Híjar y el duque en persona37, que visitó la localidad durante un viaje por sus posesiones aragonesas que tuvo lugar entre la segunda mitad de septiembre y los primeros días de octubre de 177938. El duque aceptó construir a su cuenta la torre a cambio de que el ayuntamiento le cediera los terrenos de la iglesia fallida, es decir, del cementerio abandonado que allí había, y que se comprometiera a mantener en las obras del campanario los mismos acuerdos de participación de los vecinos que ya rigieron años atrás en las obras de la parroquial, es decir, el acarreo gratuito de los materiales a pie de obra. La corporación municipal cumplió con su parte del acuerdo escrupulosamente39, ya que en un pleno celebrado en la sala capitular de la casa consistorial el 17 de noviembre de 1779, aprobó dos resoluciones al respecto. En la primera los munícipes acordaron ceder y condonar a favor del duque de Híjar el vago del zimenterio de la yglesia antigua en compensación por los muchos fabores que tenían recibidos, y esperan continuaran, del Excelentísimo Señor Conde Duque de Híxar y dueño temporal de este pueblo, en la formación de la torre y campana de esta yglesia40. En la segunda resolución aprobaron que para continuar en la torre de la yglesia prometían y se obligaban ha cumplir los pactos expresados en la escritura de contrata que se otorgó sobre la edificación de la nueba obra de yglesia, para que con la mayor brebedad se dé principio a la formación de dicha torre41.

   Unos meses después llegó la autorización del Vicario General de la Diócesis de Zaragoza, José Antonio Garnica, en nombre de Bernardo Velarde, Arzobispo de Zaragoza, a la cesión del cementerio abandonado de La Puebla a la Casa de Híjar, algo que era indispensable por ser un terreno sagrado, y que se había solicitado por Ramón Casellas, apoderado del duque de Híjar, en un memorial fechado el 14 de enero de 1780 en el que se indicaba que el dinero obtenido por los terrenos se dedicaría a la construcción de la nueva torre. Este uso del dinero conducente a la mejora de un edificio religioso, unido al informe favorable del vicario de La Puebla, inclinó a la concesión de la autorización42. Una vez cedidos los terrenos al duque, la subasta del espacio que ocupaba el antiguo cementerio tuvo lugar un año después, hacia mediados de agosto de 1781. Para ello se dividió en cuatro lotes o parcelas aproximadamente iguales, de las que se lograron vender en un primer momento tres, que se adjudicaron por 62, 62, y 63 libras jaquesas respectivamente (187 libras o 3.520 reales de vellón en total), pagaderas en tres plazos (los días 20 de agosto de 1781, 1782 y 1783)43, cantidad bastante modesta en relación al coste que tendría la construcción de la torre y que parece no justificar el empeño del duque en la obtención de estos terrenos.

   El ayuntamiento y los vecinos habían puesto un gran empeño en la conclusión de la torre, como lo demuestra su buena y sincera disposición a cumplir con celeridad con su parte del acuerdo. Por su parte, el duque de Híjar, a pesar de comprometerse a la construcción del campanario para poder recibir la referida donación, y a pesar de los informes de sus abogados zaragozanos, seguía convencido, como lo manifestó en varias ocasiones, de que sólo tenía obligación de levantar una mera espadaña y que por tanto, si se ofrecía a construir la torre a sus expensas era fruto de su buena voluntad y afán de ayuda a sus vasallos, pero desde luego no de su obligación como llevador o tomador de los diezmos. Por este motivo, consideraba también que la cesión del vago del zimenterio de la yglesia antigua no le obligaba a acometer las obras de la torre de manera inmediata, sino a largo plazo, cuando éstas le convinieran en cuanto a disponibilidad económica44. Sin duda, se puede afirmar que en esta ocasión, tras el fracaso del intento de 1772, el duque «jugó sus cartas» mucho mejor, ya que evitó la torpeza de comunicar al ayuntamiento de manera directa su poco interés real en construir la torre, por lo que logró la donación de los terrenos que pretendía sin excesivas condiciones, pudiendo marcar él mismo los plazos. No obstante, a pesar de su poca convicción, como hombre de palabra que era, en los años sucesivos encargó varios proyectos y presupuestos exhaustivos para la conclusión de la torre, que según parece sí tenía intención de construir, pero a largo plazo, cuando le conviniera, y además por un coste moderado. Precisamente, los costes del proyecto, que le parecían excesivos y que se sumaron a los muy elevados gastos que padecieron sus arcas a finales de la década de los 70 y comienzos de la década de los 80, tanto en la construcción de las cercanas iglesias de Vinaceite y Urrea de Gaén por Agustín Sanz, como en la mejora de otros muchos edificios utilitarios (graneros, molinos...)45, fueron la causa de la postergación continua de la construcción de la nueva torre y a la larga de su no realización final.

   Las gestiones para cumplir con su parte del acuerdo las inició el duque de Híjar también de manera temprana, encargando un presupuesto para la conclusión de la torre. De forma inesperada, en vez de «rescatar» el proyecto elaborado por Agustín Sanz a comienzos de 1772, el duque mando que se recuperara el viejo diseño de Joaquín Cólera46, el originario, debido a que Sanz se encontraba enfrascado en la construcción de las iglesias de Urrea de Gaén y Vinaceite y el duque no quería distraerlo por considerar estas obras de mayor relevancia. Además, los diseños Cólera los tenía más a mano ya que se conservaban en Madrid al no haberse devuelto en 1772, a diferencia de los de Sanz. Esto le permitió estudiarlos de manera temprana y directa, y ante su satisfacción, el 15 de diciembre de 1779 encargó que se encomendara al propio Cólera la elaboración de un presupuesto sobre el coste que tendrá la obra haciéndola de piedra, y el que tendrá haciéndola de ladriio, y que haga la regulación de una y otra en vista del diseño, y me la remita para resolber con conocimiento y inteligencia del exceso que puede haver, pues necesito irme con tiento en punto de nuevos gastos47.

   El encargado de elaborar el presupuesto no fue directamente Joaquín Cólera sino su primo Antonio Cólera en nombre de los dos, quien también era maestro de obras, ya que al parecer el estado de salud de Joaquín era precario. En principio, parece ser que Joaquín Cólera recibió el encargo tanto de elaborar el presupuesto como de acometer la hipotética obra, ya que de lo contrario hubiera declinado elaborar únicamente el presupuesto. Dicho presupuesto, todavía conservado, sólo corresponde a la construcción de la torre en ladrillo (no obstante, en él se reservaba el uso de la piedra para ciertos elementos como capiteles, cornisas...) y recoge de manera exhaustiva y desglosada el coste en libras jaquesas de cada una de las partidas necesarias para materializar los dos cuerpos y el chapitel que restaban para la conclusión del campanario según el diseño originario de Joaquín Cólera. El presupuesto contemplaba un coste total de 1.501 libras (28.253 reales de vellón), utilizándose un total de 28.080 ladrillos y reservándose la piedra para los elementos arquitectónicos de mayor nobleza: cornisas, basamentos...48.

   Este presupuesto debió parecer excesivo al duque de Híjar, ya que, según parece, solicitó la posibilidad de rebajarlo, algo a lo que se avinieron Antonio y Joaquín Cólera, que redujeron el precio a 1.300 escudos o libras jaquesas (24.470 reales de vellón) construyendo la torre en ladrillo, aunque Antonio se manifestó partidario de realizarla toda ella en piedra por ser obra de más bista y más permanencia, en cuyo caso se ofrecía a hacerla por dos mil y cien libras jaquesas (39.528 reales de vellón)49. Probablemente el duque descartó esta segunda opción por resultar mucho más cara, optando por la primera. Sin embargo, de manera inesperada, cuando el proyecto parecía estar más o menos encarrilado, los Cólera, concretamente Joaquín, se echaron atrás en su pretensión de acometer la obra, aduciendo éste sus problemas de salud como un impedimento para poder llevarla a cabo. Así, Joaquín Cólera, en una carta fechada el 5 de marzo de 178050 le manifestó a Ramón Casellas, apoderado del duque de Híjar, que no podría ocuparse de la construcción de la torre por su falta de salud. A su vez, y en claro contraste con lo expresado por su primo, se mostró partidario de que la torre se construyera la cara esterior de ladrillo de burrería y todo lo ynterior de los mazizos de piedra canpana, sentada y mazizada con yeso y cal, mezclando dos partes de yeso y una de cal, y también el asunto del ladrillo con lo mesmo. Finalmente, se disculpó de manera bastante sincera por no poder servirle, lo que parece indicar la existencia de un impedimento sobrevenido y no previsto, ya que, según parece, él y su primo habían aceptado la ejecución de la obra en un primer momento.

   A pesar de los motivos de salud aducidos, la renuncia de Joaquín Cólera resulta paradójica y un tanto inexplicable, sobre todo por el hecho de que su propio primo, Antonio Cólera, no pretendiera construir la torre en solitario. En cualquier caso, queda claro que ninguno de los dos la acometió, siendo esta situación un auténtico revés para la consecución del proyecto, que a la larga pudo verse lastrado, ya que se malogró su puesta en marcha en un momento en el que el duque parecía estar claramente predispuesto a llevarlo a cabo, probablemente al calor de su satisfacción y alegría por haber logrado la cesión de los terrenos del viejo cementerio abandonado, actitud ésta que con el tiempo se fue entibiando.

   En caso de haberse construido la torre según el proyecto de Joaquín Cólera, pese a no poderse saber a ciencia cierta por no conservarse su diseño, el templo hubiera adquirido probablemente un aspecto exterior mucho más barroco que el que presenta hoy. Sin duda, los dos cuerpos y el chapitel que restaban para concluir el campanario responderían todavía a la estética barroca tardía, deudora de los planteamientos del barroco tradicional o castizo, que caracterizaban al proyecto de Cólera para el templo en su estado originario, antes de las modificaciones introducidas por Agustín Sanz. Esto parece quedar corroborado por el presupuesto de Antonio Cólera, donde se menciona la necesidad de comprar ladrillo de moldura, es decir ladrillo aplantillado, muy típico del barroco tradicional y que permitía crear ornamentaciones más o menos complejas y caprichosas al unir en secuencia distintos ladrillos hechos en serie con un perfil determinado. Por lo demás, del presupuesto de Antonio Cólera se desprende también el uso de pilastras, con sus correspondientes basas y capiteles, tanto en el segundo cuerpo como en el tercero, así como de monumentales basamentos y cornisas.

La propuesta de Jerónimo Subirón para concluir la torre del campanario (1870)


   A pesar del revés que supuso la renuncia de Joaquín Cólera, el proceso para la conclusión de la torre campanario de La Puebla se reactivo pronto, ya que al poco tiempo la Casa de Híjar estableció contactos con otro maestro de obras, Jerónimo Subirón, para tratar sobre la construcción de la referida torre. De nuevo se optó por un maestro ajeno al ámbito zaragozano, dejándose de lado a Agustín Sanz, a quien no se quería distraer de la construcción de las iglesias de Urrea de Gaén y Vinaceite, que se consideraban mucho más relevantes. Subirón era un maestro de obras de segunda o tercera fila, aunque muy activo en el medio rural aragonés. Según se trasluce de sus escasas obras documentadas, era un profesional de bastante calidad técnica pero un tanto retardatario, que podría equipararse en gran medida al propio Joaquín Cólera, tanto en formación técnica como estética51.

Es más, es posible que el propio Joaquín Cólera fuera quien recomendara a este maestro como sustituto suyo, tal y como parece deducirse de una carta enviada por el duque de Híjar a Ramón Casellas el 26 de junio de 1780, en la que se hacía referencia a las recomendaciones hechas por Joaquín Cólera en una misiva fechada el 22 de marzo. A todo esto hay que añadir que todo parece indicar, a pesar de que la documentación no lo deja del todo claro, que Subirón reaprovechó el diseño de Cólera y se limitó a elaborar unas capitulaciones y un tanteo del coste de la construcción de la torre con arreglo, además, como ordenó el duque de Híjar, a lo que opinaba el propio Cólera sobre la construcción de dicho campanario52.

   En concreto, el 26 de junio de 1780, el duque de Híjar encargó a su apoderado Ramón Casellas que encomendara a Jerónimo Subirón53 la elaboración de un nuevo tanteo de los costes que tendría la terminación de la torre, deduciendo de él el importe del acarreo de los materiales, labor que desempeñarían los vecinos. En su carta del 26 de junio, el duque ordenó a Casellas que llevara a cabo dichas gestiones, pero sin poner todavía en ejecución la construcción de la torre, siendo necesario ir dando largas, así por que estando ya abocados al ybierno nada podrá emprehenderse hasta la primavera, como por que teniendo sobre mí las obras de las yglesias de Urrea y Vinacey necesito tomar algún más desahogo antes de meterme en nuebos gastos. No obstante, a pesar de esta voluntad de posponer un tiempo el inicio de los trabajos, parece ser que el duque tenía verdadera intención de acometer a su costa la conclusión de la torre.

   Tres meses después, el 25 de septiembre de 1780, Jerónimo Subirón escribió una carta a Ramón Casellas en la que le ofreció sus disculpas por la tardanza en la resolución de las labores que se le habían encomendado, y en la que le indicó, entre otras cosas, que había estado en La Puebla, probablemente para estudiar in-situ las características y dimensiones de la torre, destacando que todo el pueblo clama y desea ver la torre concluida, porque les pareze no la verán concluida54, lo que indica el ansia que los vecinos tenían por ver la obra concluida una vez que ellos habían cumplido ya con su parte del trato. A su vez, acompañando a esta carta remitió a Casellas un documento elaborado por él mismo y fechado el 24 de septiembre, que tituló como Pactos y condiciones y capitulación que se le hacen al Excelentísimo Señor Duque de Yxar, que deverá observar el maestro que quedase con la fábrica o obra de la torre de la villa de La Puebla55. La naturaleza de este documento parece no coincidir con lo que se le había encargado a finales de junio, que era el tanteo de los costes de la torre (tanteo que aparece subsumido en estas capitulaciones, aunque sin desglosar). Probablemente, la razón de esta aparente disfunción esté en que después de habérsele encomendado la elaboración del cálculo de costes, el encargo se debió ampliar a la preparación de las capitulaciones, probablemente al haberse tratado con él la posibilidad de construir la torre. De hecho, no hay duda de que él mismo pensaba acometer las obras del campanario, a pesar de la cierta ambigüedad de sus palabras y de que las capitulaciones que elaboró eran genéricas dado que aludían al maestro que quedase con la fábrica o obra de la torre, sin especificar si dicho maestro sería él. Esta ambigüedad se pudo deber a que no tenía seguridad absoluta de poder acometerlas, aunque según se trasluce de sus palabras deseaba llevarlas a cabo y tenía intención de ello, aunque, eso sí, no de inmediato debido a motivos laborales, ya que iba a iniciar de manera inminente la construcción de la torre de la Iglesia de Sástago (Zaragoza)56. De hecho se comprometía a ir adelantando el trabajo en invierno con cuatro canteros que tenía en su casa, que labrarían la piedra necesaria para poder iniciar las obras in-situ en verano, perspectiva que debía ser del agrado del duque, que tampoco quería comenzar de inmediato.

   Por otro lado, las capitulaciones elaboradas por Jerónimo Subirón remiten constantemente a una planta y un alzado de la torre de La Puebla, aunque sin especificar si dichos dibujos habían sido elaborados <<ex novo» por él mismo, o si por el contrario correspondían al diseño elaborado años atrás por Joaquín Cólera. Así, a pesar de que es difícil saber a ciencia cierta quién era el autor de la planta y el alzado mencionados por Subirón, es lógico pensar en un reaprovechamiento de la antigua traza de Cólera, dado que Subirón era sin duda un maestro de obras <<práctico» sin pretensiones creativas y que además no existe constancia documental del encargo de un nuevo diseño, sino sólo de un presupuesto y de la elaboración de unas capitulaciones, y por el contrario sí que hay constancia de que Subirón debía amoldarse a los criterios de Cólera57.

   A su vez, en sus capitulaciones, que correspondían, como recomendó en su momento Agustín Sanz, al sistema económico de contrata o a estajo, Jerónimo Subirón recogió las obligaciones a las que debían comprometerse tanto el maestro de obras cuyo taller se encargara de la obra (en cuanto a trabajos a realizar, materiales...), como los propios vecinos en lo relativo al acarreo de materiales. También incluyó, entre otras cosas, la obligación del maestro de respetar estrictamente los diseños estipulados y de entregar la obra, una vez finalizada, al maestro o maestros que nombrara el duque, siendo su coste total, construyéndola en ladrillo (reservando la piedra a ciertos elementos), de 1.850 libras jaquesas (34.823 reales de vellón). A su vez planteó la posibilidad de ejecutar la torre en piedra, en cuyo caso fijaba su importe en unas 2.450 libras (46.116 reales)58. No obstante, por motivos que no están claros, estas capitulaciones no se pusieron en práctica, al igual que el propio diseño al que iban aparejadas. La razón pudo estar probablemente en su poca calidad, desorden y escasa concreción, aunque también en los altos costes calculados por Subirón, muy superiores a los tanteados por los Cólera, en la imposibilidad de Subirón de acometer los trabajos, o quizá en una paralización temporal del proyecto dictaminada por el duque.

El segundo proyecto de Agustín Sanz para concluir la torre campanario (1782-1784)


   El 27 de febrero de 1782, exactamente un año y medio después de haberse presentado las capitulaciones de Jerónimo Subirón, el duque de Híjar ordenó a Vicente Goser y Casellas, uno de sus apoderados en Zaragoza, que encargara a su arquitecto de confianza en Aragón, Agustín Sanz, un nuevo proyecto completo para la conclusión de la torre de la Iglesia parroquial de La Puebla de Híjar, que debería incluir un nuevo diseño y un presupuesto desglosado muy exhaustivo59. El regreso a la opción de Sanz se debió probablemente al hecho de que era el único profesional que realmente inspiraba seguridad al duque, tanto por su seriedad, eficacia y compromiso, como por su calidad tanto técnica como estética, muy superior a la de los maestros de obras que se habían barajado en el pasado. A su vez, dicho encargo debió verse facilitado por el hecho de que Sanz hubiera concluido ya la iglesia de Vinaceite y estuviera a punto de terminar la de Urrea de Gaén, lo que le permitiría disponer de más tiempo.

   La idea de retomar el proyecto de construcción de la torre después de año y medio desde el último intento, estuvo motivada por la existencia de un nuevo dictamen de uno de los abogados de la cámara del duque de Híjar que reforzaba la tesis ya esgrimida años atrás por los propios abogados de Zaragoza, según la cual, el duque, como tomador de los diezmos, tenía obligación de costear la torre60.

Queda bastante claro por tanto que, con el paso del tiempo, el duque se había ido relajando en el cumplimiento del pacto al que había llegado en 1779 con el Ayuntamiento de La Puebla de Híjar para la cesión de los terrenos del cementerio abandonado, de tal manera que el proyecto de construcción de la torre había languidecido. Sin embargo, las conclusiones de este informe obligaron al duque a reactivar el proceso, al no poder eludir moralmente sus obligaciones como señor, obligaciones con las que solía cumplir estrictamente, sobre todo en lo relativo a la dotación de los edificios religiosos que estaban a su cargo, algo poco habitual entre los nobles61. No obstante, desde un primer momento, el duque dejó claro que, a pesar de encargar un nuevo diseño y un presupuesto, no tenía intención de llevarlo a la práctica inmediatamente, aunque, según se trasluce de sus palabras, sí a largo plazo, cuando las condiciones económicas lo permitieran.


Fig. 8: Diseño de la planta y el alzado
de la Torre de la Iglesia de La Puebla
de Híjar, de Agustín Sanz (1783-1784).
Tinta negra, lápiz y aguadas negra, 
gris y amarilla sobre papel verjurado, 
66’2 x 21’8 cm. Escala gráfica de 60 
palmos aragoneses. A.H.P.Z., A.D.H., 
Sala V, Leg. 106, Doc. 4.
   En concreto, el duque quería que Agustín Sanz formara un diseño de la torre para dicha yglesia de La Puebla, reducido a lo preciso y decente, con expresión y calculación de su coste por partes, lo que es materiales, su condución y manos [...], a fin de tenerlo todo presente para quando llegue el caso de acordar la execución de dicha obra62. En su contestación, fechada el 5 de marzo de 1782, Vicente Goser le comunicó al duque que esperaba que Sanz pudiera tener elaborado el diseño y el presupuesto requerido antes de Pasqua, es decir, en menos de un mes. Nada más lejos de la realidad, ya que por motivos que no están claros, aunque probablemente a raíz de sus numerosísimos encargos y obligaciones, tanto particulares como al servicio de instituciones como el Consejo de Castilla, la Intendencia General de Aragón, el Ayuntamiento de Zaragoza, la Iglesia o la propia Casa de Híjar63, Sanz no pudo concluir la traza y el presupuesto hasta una fecha situada entre finales de diciembre de 1783 y principios o mediados de enero de 1784, casi dos años después del encargo.64, colaborador habitual de Sanz, en el que se estableció el coste aproximado de construir la torre completamente de sillería según la traza elaborada por el arquitecto zaragozano, que por tanto debía estar ya concluida en aquella fecha. Probablemente se había elaborado entre finales de agosto de 1783 y la fecha ya referida de finales de diciembre de ese año o comienzos-mediados de enero de 1784, ya que hay constancia de un viaje de Sanz a La Puebla hacia el 10 de agosto, durante el cual se encargó, entre otras cosas, de reconocer el molino harinero de la localidad para determinar las obras que requería y establecer su precio65, aunque probablemente la motivación principal de dicho viaje fuera otra más importante: la inspección y toma de mediadas in-situ del cuerpo ya construido de la torre campanario de la iglesia con el fin de poder elaborar un nuevo diseño para concluirla [fig. 8].

   El diseño de Agustín Sanz ya estaba concluido con toda seguridad a mediados de enero de 1784, no así el presupuesto, ya que el 31 de enero de 1784 se fecha un tanteo económico del cantero Antonio Ribes

   Los distintos documentos localizados con referencias al nuevo encargo de la torre sugieren que el diseño presentado por Agustín Sanz era nuevo. No obstante, esto no quiere decir que en él no reaprovechara algunas de las soluciones, sobre todo compositivas y estructurales, ya recogidas en las trazas que elaboró en 1772 para este mismo campanario y que no se llevaron a la práctica, aunque actualizando su lenguaje estético-arquitectónico fruto de la evolución de su concepción de la arquitectura. La hipótesis de una traza nueva cobra sentido a tenor del diseño que de la torre se conserva en el Archivo Ducal de Híjar, obra indudable de Sanz pese a no aparecer firmada, que, como ya se señaló, presenta concomitancias muy claras en sus acabados (márgenes...) con otros planos conservados de su mano fechados a comienzos de 1783, acabados que en 1772 no aplicaba todavía, tal y como se observa en varias trazas algo posteriores, como las que elaboró en 1775 para las iglesias de Urrea de Gaén y Vinaceite. A su vez, la depuración formal y la calidad del diseño corresponden claramente a un periodo avanzado en la carrera del arquitecto, siendo más propias de 1783-1784 que de 177266.

   El ya citado presupuesto o tanteo de costes firmado el 31 de enero de 1784 por Antonio Ribes67, cantero de la confianza de Agustín Sanz, que hacía referencia a la construcción de la torre campanario en sillería siguiendo el diseño del arquitecto zaragozano, que para entonces ya estaría concluido68, es anterior al tanteo que preparó el propio Sanz para construir la torre de ladrillo y piedra, que a comienzos de marzo todavía estaba sin hacer69. El presupuesto de Ribes, pese a su concisión, resulta muy interesante por los datos que aporta sobre el propio diseño de Sanz, ya que, entre otras cosas, menciona que éste había concebido la torre con un piso practicable a la altura del cuerpo de campanas, al que se accedería a través de una escalera, sin duda prolongación de la ya existente en el primer cuerpo, o que el chapitel incluiría como remate cruz, veleta y bola de hierro dorada a sisa. Estaba previsto que, en caso de construirse de sillar, la torre se haría con piedra de arena de las canteras de aquel pueblo, es decir, de La Puebla, y que su coste global, incluyendo el acarreo de la piedra desde las canteras, sería de 3.679 libras jaquesas (69.250 reales de vellón), y no incluyéndolo en caso de que el acarreo lo hicieran los vecinos, de 3.354 libras (63.132 reales), siempre siendo de dos cuerpos (sin incluir el primero, ya construido). Curiosamente, Ribes también aportó el tanteo para hacer la torre con un solo cuerpo más, algo que en principio no estaba contemplado por Sanz, opción que presupuestó en 2.683 libras (50.502 reales), incluido el transporte de materiales, y en 2.342 libras (44.084 reales), excluyendo dicho acarreo. Es evidente que este presupuesto de silleria resultaba mucho más caro que los presentados años atrás, aunque para un diseño distinto, por Antonio Cólera y Jerónimo Subirón70, lo que pudo deberse a la mayor envergadura y solidez de la torre ideada por Sanz, pero también a los acabados más exquisitos, y por tanto más caros, que este campanario requeria atendiendo a su refinamiento proyectual. A ello se añadiria también que, dado su gran prestigio y calidad, los emolumentos de Ribes y sus oficiales serian mayores que los de los otros artifices, lo que repercutiria en el coste.

   El diseño de Agustin Sanz para la torre fue enviado por José Faure al duque de Hijar hacia el 6 de marzo de 1784, dentro de un cañón de lata, junto al presupuesto de Antonio Ribes y los planos del propio Sanz para el pueblo de nueva colonización de San Rafael (que debia levantarse en el término de Hijar)71. En paralelo, el 6 de marzo, Vicente Goser remitió una carta en la que aclaró al duque los pormenores del envio, aportando un dato clave: que Sanz todavia no habia elaborado su presupuesto de la torre72. En concretó señaló que haviendo pedido a don Agustín Sanz arreglase otro tanteo del coste de la construcción de la espresada, hecha de ladrillo el todo de ella, y otra con mobimientos de cantería, me respondió sería del mismo coste, y que tal vez no podía obligarse a su execución por el tanto señalado por Ribes. Según se trasluce de estas palabras, Sanz no sólo no habia elaborado su presupuesto para construir la torre sino que le parecia casi imposible el poder igualar o rebajar el presupuesto de Ribes haciéndola de ladrillo o combinando ladrillo y piedra. Esta afirmación resulta llamativa ya que lo habitual era que las obras de silleria costa-ran bastante más, sin embargo no era errónea sino real, ya que el propio Goser, al opinar sobre el tema, y tras señalar que tanto el presupuesto de Ribes como la opinión de Sanz le parecian excesivas, manifestó que seria posible lograr considerable baja haciéndola de cantería, a que me inclino por su maior solidez y por decir conformidad con la fachada de esta hermosa yglesia, que era de piedra sillar. No obstante, todo esto tenia una explicación, como se verá.

   El dibujo de Agustín Sanz y el presupuesto de Antonio Ribes llegaron a Madrid el 9 o el 10 de marzo. El coste para construir la torre calculado por Ribes le pareció excesivo al duque de Híjar, tal y como se lo manifestó a Vicente Goser en su carta de contestación, fechada el 10 de marzo, en la que volvió a reiterar que su única obligación era levantar una espadaña para las campanas, más teniendo en cuenta los enormes gastos que le generaban sus estados73. Así, en un giro un tanto brusco a sus últimos movimientos, se echó atrás en su voluntad de financiar la torre íntegramente, algo que había acordado con el ayuntamiento en 1779, dado que le manifestó a Goser que deseaba contribuir a dicha obra pero no costearla en solitario. De hecho, le encargó que se dirigiera al ayuntamiento para instar a que por el mismo pueblo se busquen arbitrios oportunos con los que contribuir a la obra, algo a lo que se comprometió Goser poco después74. Sin duda, este cambió de actitud no debió gustar nada en el seno del Ayuntamiento de La Puebla de Híjar ni entre los propios vecinos, que se debieron sentir traicionados a pesar de que el duque no había renunciado por completo a financiar la torre. A pesar de ello, volvieron a demostrar su afán negociador y su voluntad firme de conseguir la conclusión del campanario al ofrecerle a Goser, quien a comienzos de mayo se había trasladado en persona a La Puebla para transmitir las nuevas condiciones del duque, la posibilidad no sólo de acarrear a pie de obra los materiales necesarios, sino de comprar de su cuenta todo el yeso necesario y llevarlo a la obra. A cambio pidieron que la construcción tuviera lugar ese mismo año, ya que tenían previsión de tener suficiente grano para alimentar a las caballerías que se encargarían de los traslados de material75, petición que en realidad era una excusa para acelerar el comienzo de la obra.

   Tras conocer la nueva propuesta de colaboración vecinal en las obras de la torre, que le debió parecer aceptable, el duque de Híjar escribió el 19 de mayo de 1784 a Vicente Goser para que instara a Agustín Sanz a que elaborara la regulación o cálculo exacto en lo posible, del coste que tendrá haciéndola de ladrillo y piedra, distinguiendo el importe de condución de materiales y yeso necesario para la obra, a fin de conocer a quanto ascenderán lo que han de contribuir los vecinos [...] y lo que por consiguiente quedará de mi cuenta76. A través de este presupuesto desglosado para construir la torre en ladrillo y piedra, opción por la que se debía inclinar a raíz de sus posibilidades estéticas y su precio a priori más moderado, el duque debía querer tener suficientes elementos de juicio para tomar una decisión firme sobre la torre, optando entre construirla de inmediato o dejarla para más adelante.

   Agustín Sanz acometió su encargo con relativa celeridad, probablemente debido al interés del duque en resolver el asunto con prontitud. Así, sólo dos meses después, el 23 de julio de 1784, rubricó un presupuesto muy exhaustivo77. Este presupuesto, todavía conservado, está mucho más desglosado que todos los anteriores (que los de A. Cólera, J. Subirón y A. Ribes), por lo que es también mucho más minucioso y preciso que éstos, algo que se le había pedido a Sanz y que demuestra su gran eficacia y profesionalidad. El presupuesto corresponde con total exactitud al diseño que él mismo había elaborado para los dos cuerpos superiores de la torre y que se conserva en el Archivo Ducal de Híjar78, tal y como se trasluce del propio encabezamiento del presupuesto, que dice así: Abance de la torre campanil de dos cuerpos ideada por Agustín Sanz para la Yglesia parroquial de La Puebla de Híjar, siendo de ladrillo liso, y de piedra el balaostrado inferior, el zócalo principal, las basas, capiteles, cornisas maiores y menores, ympostas, columnas del 2º cuerpo y el c[h]apitel de su coronación. Todos los elementos mencionados en este encabezamiento aparecen también en el dibujo, lo que confirma que dicho dibujo es el segundo diseño elaborado por Sanz para la torre. Sin embargo, en el dibujo no se hace referencia a la combinación de materiales, por lo que este presupuesto resulta fundamental, ya que permite conocer, en conjunción con el diseño, el aspecto que hubiera tenido la torre en caso de que se hubiera llegado a construir según el proyecto de Sanz. En concreto, hubiera sido una torre mixta de ladrillo y piedra (con mampostería para ciertos elementos no visibles), en la que el ladrillo se hubiera destinado a los grandes paramentos murales, reservándose la piedra a los movimientos o elementos arquitectónicos clave en sentido estético, es decir, los constitutivos de la imagen del edificio: la balaustrada que remata el primer cuerpo, el zócalo principal del segundo cuerpo, las cornisas, las líneas de impostas, las basas y capiteles de las pilastras, las columnas del tercer cuerpo e incluso el chapitel superior, todo él de sillería compacta para evitar filtraciones (con recubrimiento parcial de plomo)79.

   Como es lógico, las partidas más relevantes del presupuesto elaborado por Agustín Sanz eran las destinadas a los materiales y trabajos principales: 1) el ladrillo necesario para los dos cuerpos superiores de la torre, un total de 46.000 unidades a 30 libras jaquesas el millar, lo que sumaría un importe de 1.380 libras (25.976 reales de vellón); y 2) la cantería, de la que se encargaría Antonio Ribes (materiales y mano de obra) por un montante de 1.500 libras (28.235 reales), 500 de ellas correspondientes al chapitel80. A estas dos partidas principales se añadían otras muchas partidas pequeñas y secundarias, que se sumaban fundamentalmente al cómputo del ladrillo, conformando una partida global de albañilería de 1.977 libras y 8 sueldos jaqueses (37.221 reales), que sumada al coste de la cantería, daba el presupuesto total de la obra, fijado en 3.477 libras y 8 sueldos jaqueses (65.456 reales de vellón), del que había que deducir el computo de los trabajos llevados a cabo por los vecinos, centrados en la conducción o acarreo de materiales y en la compra de yeso, que ascendía a un total de 460 libras (8.659 reales), que restadas al coste total, dejaban el precio final de la torre, construida en ladrillo y piedra, en 3.017 libras y 8 sueldos jaqueses (56.797 reales de vellón)81.

   El presupuesto de Agustín Sanz sería sin duda muy ajustado a la realidad y a los precios del mercado, dada su gran profesionalidad y la importancia que para él tenía el duque de Híjar, con diferencia su cliente privado más importante. Pese a ello, el precio final de la torre, aún deduciendo la contribución de los vecinos, resultaba muy alto en comparación con las propuestas anteriores de Antonio Cólera y Jerónimo Subirón, que no serían en realidad comparables por corresponder a proyectos distintos al de Sanz y posiblemente de menor envergadura y calidad, pero sobre todo con el de cantería de Antonio Ribes, que sí correspondía a su diseño y que a priori debería ser más caro pero que costaba prácticamente lo mismo, sólo 337 libras jaquesas (6.343 reales de vellón) más82. Este hecho ya lo advirtió el propio Sanz antes incluso de elaborar su presupuesto, al señalar que le iba a ser difícil rebajar el tanteo del cantero valenciano83. Sin embargo, la explicación a la escasa diferencia entre hacer la torre de sillería o de ladrillo y piedra era sencilla: se debía probablemente al hecho de que haciéndola de cantería el material resultaba gratuito por hacerse con piedra de arena de las canteras de aquel pueblo, es decir, de La Puebla de Híjar, que eran propiedad del duque, mientras que en la segunda opción había que incluir el coste del ladrillo, que sí que había que pagar.

   Precisamente, el elevado montante económico del presupuesto presentado por Agustín Sanz fue la razón principal aducida por el IX Duque de Híjar para posponer sine die la construcción de la torre campanario a sus expensas, lo que suponía incumplir los acuerdos firmados con el Ayuntamiento de La Puebla de Híjar en 1779. Esta decisión se la comunicó a su administrador general en Aragón, Vicente Goser84, el 31 de julio de 1784, tras estudiar el tanteo de Sanz, al parecerle obra de mucha entidad y imposible el que yo por a hora trate de emprenderla, maiormente quando cumplía con mi obligación con hacer una espadaña. No obstante, por no desconsolar a los vecinos, y por que no se retra[c]ten de su oferta, los contendrá Vuestra Merced por ahora con la reflexión del estado de mi casa por los muchos gastos que he sufrido y con la esperanza de que, en viéndome desembarazado del atraso que me han ocasionado, procuraré esforzarme para que se execute dicha obra85.

   En el caso de que las palabras del duque Híjar fueran sinceras, algo factible dada la honestidad personal que se trasluce de la correspondencia con sus administradores, se puede colegir que realmente sí tenía cierta predisposición a levantar la torre a sus expensas, lo que explicaría todos los esfuerzos anteriores ya expuestos. No obstante, tampoco se puede olvidar que concebía la construcción de este elemento arquitectónico no como una obligación suya como señor, sino más bien como una dadiva hacia sus vasallos, que no consideraba obligatoria sino accesoria, de ahí que volviera a traer a colación el asunto de la espadaña, constantemente recurrente, y que no hiciera un esfuerzo económico especial para lograr la materialización del proyecto. Así, haciendo caso a sus palabras, los motivos económicos, es decir su escasa disponibilidad derivada de los enormes gastos a lo que hacía frente continuamente en sus estados aragoneses (reparación de acequias, molinos, graneros...) fueron los que le obligaron a posponer la construcción de la torre, siendo de hecho dicha explicación la que mandó dar al ayuntamiento y a los vecinos de La Puebla, pero dejándoles claro que no abandonaba por completo su compromiso de construir el citado elemento arquitectónico para que éstos no se sintieran traicionados y mantuvieran así sus compromisos.

   A pesar de las palabras del duque, quizá por falta de verdadero interés, pero también por los crecientes problemas económicos de la Casa de Híjar, que eran reales, y por la existencia de otras preferencias inversoras, el proyecto para concluir la torre, a pesar de no abandonarse como tal, languideció «en un cajón» a la espera de tiempos mejores, sin llegar nunca a materializarse. No obstante, el empeño de los vecinos y de las autoridades del pueblo no decayó sino que siguió poniéndose de manifiesto muchos años después, algo que obligó al duque a echar mano de justificaciones externas poco usuales, como el apoyo del Arzobispo de Zaragoza, Agustín de Lezo y Palomeque, quien a mediados de julio de 1788, durante un visita pastoral a La Puebla, defendió ante los miembros del ayuntamiento la tesis de que el duque no tenía obligación de sufragar el campanario, actitud llamativa ya que era contraria a los intereses del culto, con el fin de rebajar sus pretensiones, probablemente en agradecimiento a los grandes dispendios que el aristócrata había hecho en el pasado en las iglesias parroquiales de las que era tomador de rentas: Urrea de Gaén, Vinaceite y la propia Puebla de Híjar, dispendios que eran muy poco habituales entre la aristocracia aragonesa y española. En concreto, tal y como se lo narró Vicente Goser al duque de Híjar en una carta fechada el 22 de julio de 1788, el Ayuntamiento de La Puebla instó a Su Ilustrísima por la torre, cuyo recado recibió Su Ilustrísima muy mal, y les manifestó el desagrado que le causaba tal pretensión, recordándoles lo mucho que Vuestra Excelencia ha invertido en los templos. El cura también presentó su papelón, a que respondió Su Ilustrísima lo preciso: que sobrado cuida Su Excelencia de disponer lo necesario86.

   Con el paso del tiempo, parece ser que el ayuntamiento y los propios vecinos de La Puebla de Híjar también abandonaron, o por lo menos atenuaron, sus pretensiones, quedando definitivamente la torre a medio construir, aunque eso sí, en una fecha indeterminada se le añadió un tosco cuerpo de carácter funcional para colocar las campanas que desapareció en la última restauración, que fue inadecuada en lo relativo a la torre ya que incluyó la creación de un moderno cuerpo de campanas en ladrillo y metal completamente ajeno al templo.

   Quedó así sin materializar un magnífico proyecto de campanario clasicista del gran arquitecto ilustrado zaragozano Agustín Sanz que hubiera permitido culminar de manera sobresaliente la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, poniendo la guinda a la importante intervención de este arquitecto en el edificio, cuya imagen final marcó y determinó profundamente. Afortunadamente, su rigor profesional, muy propio de la época de la Ilustración, permite conocer hoy con precisión el aspecto y características que hubiera tenido la mencionada torre en caso de haberse construido, gracias tanto a su diseño de planta y alzado, como al minucioso presupuesto que elaboró.


Fig. 9: Plano actual del núcleo primigenio
de La Puebla de Híjar. Se puede observar
la inserción de la Iglesia parroquial de la
 Natividad de Nuestra Señora en latrama
 urbana (Betrán Abadía, R., La forma de
 la ciudad: las ciudades de Aragón en la
Edad Media, Zaragoza,Delegación en 
Zaragoza del ColegioOficial de 
Arquitectos de Aragón, 1992, p. 423).
   El diseño de planta y alzado elaborado por Agustín Sanz, que se caracteriza por su gran calidad técnica87, muestra una estilizada torre campanario resuelta en un refinado lenguaje barroco clasicista de raíz barroca romana muy sintético, sobrio y depurado, que en ciertos aspectos responde ya a una estética protoneoclásica. Se compone de tres cuerpos, el inferior de planta cuadrada y los dos superiores de forma octogonal, y un chapitel que remata el conjunto. La torre se caracteriza por su formato muy estilizado y su altura considerable, por lo que hubiera adquirido un gran protagonismo en caso de haberse construido, algo poco frecuente en la arquitectura religiosa de Sanz, en la que las torres suelen tener una presencia secundaria o subsidiaria. La elección de esta solución debió estar motivada por un conjunto de razones: por un lado por la necesidad de mantener un formato general similar al concebido inicialmente por Joaquín Cólera con el fin de no defraudar las expectativas de los vecinos de La Puebla, que esperaban una torre monumental que fuera acorde con las grandes dimensiones del templo; por otro, por el deseo de contrarrestar el carácter excesivamente compacto y masivo de la fachada principal concebida por Cólera (que Sanz ya había depurado a nivel decorativo) mediante la introducción de un volumen de acusada verticalidad; pero también por el hecho de ser la única torre campanario con la que se iba a dotar al templo, y por ubicarse, al igual que éste, dentro de una trama urbana muy compleja y angosta, que hacía necesario, dada la falta de amplitud frente a la fachada, que la torre se sobremontara lo suficiente sobre los tejados circundantes con el fin de que la ubicación de la iglesia se visualizara desde la lejanía y que el sonido de las campanas se oyera adecuadamente en todas las direcciones [fig. 9].

   El cuerpo inferior de planta cuadrada, cuya mayor parte no es visible en el dibujo de Agustín Sanz, pertenecía al proyecto originario de Joaquín Cólera y ya estaba construido, integrándose con la fachada principal. En el dibujo se percibe el remate que Sanz había ideado para dicho cuerpo inferior cuadrado, justo para la zona en que éste coincidía con el frontón triangular de la fachada, consistente en una monumental cornisa clasicista moldurada de saliente progresivo, dispuesta justo encima de la muestra o esfera del reloj, que sirve de remate a dicho cuerpo y que marca la transición con el siguiente nivel, de planta octogonal, junto a la refinada balaustrada de profundo sabor italiano que se dispone encima. Dicha balaustrada, que en su disposición, articulación y función recuerda a la que marca la transición entre los dos cuerpos inferiores de la torre de La Seo o Catedral de San Salvador de Zaragoza, suaviza el paso de la planta cuadrada a la octogonal al enmascarar la unión entre el primer y el segundo cuerpo. De hecho, el basamento inferior del segundo cuerpo apenas sería visible desde la calle gracias a dicha balaustrada, compuesta en cada una de sus cuatro caras por un corto basamento inferior, cuatro anchos pilarcillos (los centrales en ligero saliente y los de las esquinas dispuestos en ángulo y comunes a dos caras), tres secciones de balaustres de aspecto bulboso (la central de mayor anchura) y un sencillo pasamanos [figs. 10 y 11].


Fig. 10: Planta de la torre campanario. Detalle del diseño de la planta y el alzado de la Torre de la Iglesia de La Puebla de Híjar, de Agustín Sanz (1783-1784). A.H.P.Z., A.D.H., Sala V, Leg. 106, Doc. 4.


Fig. 11: Alzado general de la torre 
campanario. Detalle del diseño de
la planta y el alzado de la Torre de
la Iglesia de La Puebla de Híjar, 
de Agustín Sanz (1783-1784). 
A.H.P.Z., A.D.H., Sala V, 
Leg. 106, Doc. 4.

  El segundo cuerpo de la torre, de planta octogonal, fue concebido por Agustín Sanz como cuerpo de campanas. Como es lógico, para mantener la armonía de conjunto lo concibió algo más alto y por tanto más estilizado que el tercer cuerpo. Presenta un basamento inferior muy sencillo que queda enmascarado visualmente por la balaustrada de remate del primer cuerpo pero que sobresale ligeramente en planta respecto al resto del segundo cuerpo, saliente que se disimula mediante el sencillo escalonamiento que presenta en su parte superior, que culmina en una sencillísima moldura perimetral que abraza el cuerpo octogonal. Las ocho estilizadas caras del segundo cuerpo, resueltas ya dentro de una estética protoneoclásica, carecen de articulación mediante órdenes arquitectónicos, de tal manera que cada una de ellas se anima y articula mediante un sencillo cajeado en rehundido de formato rectangular, un recurso plástico clasicista utilizado frecuentemente por Sanz como elemento de articulación muraria. Dichos cajeados son ciegos en las cuatro caras del octógono correspondientes a los ángulos en arista del primer cuerpo, mientras que en las restantes cuatro caras, las principales, que son más anchas por su mayor protagonismo al ser coincidentes con las cuatro fachadas del cuerpo inferior (el octógono no presenta sus ocho caras iguales, sino cuatro más anchas y cuatro más estrechas), los cajeados aparecen perforados por arcos de medio punto de formato muy estilizado que presentan las impostas molduradas y su rosca en resalto. Dichos arcos tienen una protíride o ménsula de perfil avolutado en su clave que sobresale por encima de ellos sirviendo de transición entre el arco y el cajeado dado que aquel no llega a tocar a éste como tal, una solución de clara raíz clásica que Sanz usó con frecuencia en los arcos de sus campanarios (Iglesias de la Santa Cruz de Zaragoza, Urrea de Gaén, Épila o Pina de Ebro)88. Como remate de este segundo cuerpo se dispone un pseudoentablamento perimetral, que se adapta al formato octogonal, compuesto de una fina moldura que actúa visualmente a modo de arquitrabe, una gran banda lisa a modo de friso, y una monumental cornisa clasicista de saliente progresivo que sirve para marcar la transición con el tercer cuerpo [fig. 12].


Fig. 12: Alzado del primer y el segundo 
cuerpo de la torre campanario. Detalle 
del diseño de la planta y el alzado de la 
Torre de la Iglesia de La Puebla de 
Híjar, de Agustín Sanz (1783-1784). 
A.H.P.Z., A.D.H., Sala V, 
Leg. 106, Doc. 4.
   El tercer cuerpo de la torre, también de formato octogonal, lo concibió Agustín Sanz de menor altura que el segundo y con una función meramente estética y representativa, tendente a aumentar la monumentalidad del con-junto, ya que no lo pensó para acoger campanas pese a que diseñó abiertas sus cuatro caras principales, que gracias a su carácter abierto sirven para restar pesadez a la torre, tanto visual como físicamente. Presenta un alto basamento compuesto por dos fajas, la inferior lisa y que actúa como zócalo, que es algo más saliente y de menor altura que la superior, que también presenta sus ocho caras completamente lisas. Por encima, las ocho caras del tercer cuerpo se articulan de dos maneras distintas. Por un lado, las cuatro caras principales, coincidentes con las cuatro fachadas del segundo cuerpo perforadas por arcos de medio punto, aparecen resueltas de la misma forma: mediante una gran abertura vertical, sin arco, que presenta dos semicolumnas a modo de jambas, en este caso de capitel jónico con guirnalda (un tipo de capitel frecuente en las torres de Sanz), y sendas pilastras del mismo orden dispuestas en el frente exterior flanqueando a dichas semicolumnas, que sostienen visualmente el entablamento que remata el tercer cuerpo. Esta original solución, inédita en el resto de la arquitectura religiosa conocida de Sanz, remite parcialmente a la que Francesco Borromini empleó en el tercer cuerpo de las torres de la Iglesia de Santa Inés de Roma, que sin duda sirvió de inspiración al arquitecto zaragozano aunque renunciando a sus alabeos barrocos89. Por su parte, las cuatro caras restantes del tercer cuerpo de la torre presentan una articulación mucho más sencilla, consistente en un simple cajeado de formato rectangular que queda delimitado en su parte superior por una sencilla moldura que es prolongación del baquetón de los capiteles de las pilastras de las caras principales, un recurso usado con frecuencia por Sanz en sus campanarios. Como remate de este tercer cuerpo, que puede considerarse barroco clasicista por el lenguaje empleado y la manera de conjugarlo, se dispone un monumental entablamento similar al que corona otras torres de Sanz (Santa Cruz de Zaragoza, Urrea de Gaén, Épila o Pina de Ebro), que se extiende por las ocho caras del octógono y que queda dividido canónicamente en arquitrabe, friso liso y clasicista cornisa moldurada de saliente progresivo [fig. 13].



Fig. 13: Alzado del tercer cuerpo
y el chapitel de la torre campanario.
Detalle del diseño de la planta y
el alzado de la Torre de la Iglesia
de La Puebla de Híjar, de Agustín
Sanz (1783-1784). A.H.P.Z., A.D.H.,
 Sala V, Leg. 106, Doc. 4.
 El chapitel que remata la torre se compone de un pequeño basamento inferior de planta octogonal y caras rectas completamente lisas, de las que parten ocho paneles pseudotriangulares de superficie cajeada dispuestos en curva, que confluyen en un anillo octogonal que sirve de apoyo a la pirámide de base octogonal que remata el conjunto, que queda coronada por bola, veleta y cruz. La solución de este chapitel, que en su conjunto describe un perfil ligeramente bulboso, es casi idéntica a la que Agustín Sanz había ideado sólo unos años antes, en 1779, para el chapitel del campanario de la Parroquial de Pina de Ebro, y muy parecida a la que concibió en 1778 para las dos torres de Santa María la Mayor de Épila, soluciones que eran una versión evolucionada y simplificada de la que había ideado en 1772 para el chapitel de la torre de la Iglesia de la Santa Cruz de Zaragoza, que a su vez era una reinterpretación personal, simplificada y clasicista, del singular chapitel de la torre de La Seo de Zaragoza, diseñada en 1685 por el arquitecto barroco italiano Giovanni Battista Contini90 [figs. 14, 15, 16].


 El formato escogido por Agustín Sanz para la torre campanario de la Iglesia de La Puebla de Híjar: macizo cuerpo inferior (preexistente) y dos niveles más de planta octogonal rematados por chapitel ligeramente bulboso, habría que emparentarlo, aunque sólo en su concepto general, con la composición volumétrica de la torre de La Seo de Zaragoza (dos cuerpos cuadrados y dos octogonales con chapitel bulboso), que tanto había influido y seguía influyendo en la arquitectura religiosa aragonesa del siglo XVIII y que pudo servir de referencia a Sanz91, aunque tampoco hay que olvidar que el esquema general de torre de base cuadrada y cuerpo o cuerpos octogonales era ya relativamente frecuente en el barroco tradicional de ciertas zonas peninsulares (Levante, Rioja...)92.




Fig. 14: Vista parcial de la torre campa-
nario
de la antigua Iglesia parroquial
de Pina de Ebro (Zaragoza),torre 
diseñada por Agustín Sanz en 1779.


Fig. 15: Vista general de la fachada principal
de la Iglesia parroquial de Épila(Zaragoza),
diseñada por Agustín Sanz en 1778.
Se observan las dos torres campanario.


De hecho, aunque es imposible de determinar por la falta de datos, el propio Joaquín Cólera pudo haber utilizado ya dicho esquema general en su proyecto no construido para la torre, lo que hubiera influido sin duda, en caso de ser así, en la elección de Sanz, que no querría defraudar las expectativas de los vecinos [fig. 17].



Fig. 16: Vista parcial de la torre campanario
de la Iglesia de la Santa Cruz de Zaragoza,
templo diseñado por Agustín Sanz en 1772
a partir de una traza previa
de Julián Yarza Ceballos.



Fig. 17: Vista general de la torre campanario 
de La Seo o Catedral de San Salvador de Zaragoza, 
diseñada por Giovanni Battista Contini en 1685.


  El tipo de torre campanario ideado por Agustín Sanz para la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora de La Puebla de Híjar no tenía antecedentes previos en su arquitectura religiosa pero sí tuvo consecuentes, ya que acudió a una solución emparentable en su primer diseño para el campanario de la Iglesia Colegial de Sariñena (1792), que concibió parecido al de La Puebla pero reduciendo su decoración, prescindiendo del tercer cuerpo existente en ésta, aumentando la permeabilidad del segundo nivel (abrió arcos en sus ocho caras) y simplificando algo su chapitel, que no obstante es bastante similar93. Lamentablemente, dado que la torre de La Puebla no llegó a construirse, no pudo ejercer una influencia directa en la arquitectura religiosa aragonesa, de tal manera que apenas hubo otros campanarios posteriores que siguieran el esquema codificado por Agustín Sanz en su diseño, con la excepción quizá de la torre de la Iglesia de la Virgen del Rosario de Morés94, a diferencia de lo ocurrido con el modelo de torre más habitual en su arquitectura religiosa, el de dos cuerpos de planta cuadrada (el cuerpo inferior compacto y de gran altura, y el superior, o cuerpo de campanas, de menor altura, con esquinas achaflanadas y arcos de medio punto flanqueados por pilastras en sus cuatro caras) y chapitel ligeramente bulboso, que el arquitecto zaragozano codificó en la Parroquial de la Santa Cruz de Zaragoza y que desarrolló en otras iglesias como las de Urrea de Gaén, Épila o Pina de Ebro, el cual llegó a convertirse en un auténtico modelo de referencia que fue ampliamente imitado por todo Aragón95 [figs. 18, 19 y 20].



Fig. 18: Dibujo de la sección transversal de la Iglesia Colegial de Sariñena (Huesca) y del alzado de su torre campanario, diseño firmado por Agustín Sanz (2 de abril de 1792). Tinta negra, lápiz y aguadas negra, gris y amarilla sobre papel verjurado. Escala gráfica de 100 palmos aragoneses. Archivo Histórico Nacional (A.H.N.), Consejos, MPD, 2116.



Fig. 19: Vista general de la torre campanario de la Iglesia parroquial de Morés (Zaragoza), diseñada por José Yarza Lafuente a comienzos del siglo XIX.



Fig. 20: Vista parcial de la torre campanario de
la Iglesia parroquial de Urrea de Gaén (Teruel),
diseñada por Agustín Sanz en 1777.


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APÉNDICE DOCUMENTAL


1784, julio, 23 Zaragoza
Presupuesto o cálculo de costes elaborado por el arquitecto Agustín Sanz para la conclusión de la torre campanario de la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora de La Puebla de Híjar en ladriio y piedra, según su segundo proyecto para dicha torre.

A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-17.
[Portadilla: Zaragoza, 24 de julio de 84. Regulación del coste que tendrá la torre de La Puebla de Híjar haciéndola de ladrillo y mampostería, que su total, rebajadas varias cosas, es 3.017 libras, 8 sueldos (...)]

Abance de la torre campanil de dos cuerpos ideada por Agustín Sanz para la Yglesia parroquial de La Puebla de Híjar, siendo de ladrillo liso, y de piedra el balaostrado inferior, el zócalo principal, las basas, capiteles, cornisas maiores y menores, ympostas, columnas del 2° cuerpo y el c[h]apitel de su coronación, a saver:

Por demoler y desenrronar una porción de zócalo que no sirbe para lanueba idea 25 libras [jaquesas].

Por 46.000 ladrillos en dichos dos cuerpos, a 30 libras el millar 1.380 libras.

Por las asistencias de albañilería que necesitan los canteros para subir y encarcelar la cantería, con los materiales 125 libras.

Por quatro telares de yerro, con peso de 40 arrobas, echos en Zaragoza, a 2 libras, 2 sueldos [por] arroba 84 libras.

Por 5 arrobas [de] crapas para enlazes de las piedras, a 3 libras 30 libras.

Por 20 arrobas [de] plomo para soldar dichas crapas, a 2 libras, 14 sueldos 54 libras.

Por 12 arrobas [de] carbón para derretir dicho plomo, a 4 sueldos 2 libras, 8 sueldos.

Por la beleta, barrón y bola dorada 40 libras.

Por el telar de pares y la ahuja 24 libras.

Por dos suelos de bobedillas, con los maderos, uno al piso de las campanas y otro al pie del 2° cuerpo 34 libras.

Por la escalera desde donde está hecha hasta el piso de las campanas 60 libras.

Por el quarto del relox 20 libras.

Por 100 maderos de 26 palmos de largo para andamios, y concluida la obra quedan a beneficio de Su Excelencia 60 libras.

Por 10 arrobas [de) clavos de barias clases para andamios, y cuerdas 29 libras.

Por la colocación de las campanas en su sitio 10 libras.

Suma la albañilería y demás que antecede 1.977 libras, 8 sueldos.

Dedución por la condución de materiales en la manera que sigue a la vuelta [cambio de página). Y por el valor del yeso que es lo que ofrecen los becinos para la obra.

Por 1.100 caizes de yeso necesario para toda la obra, a 2 reales 220 libras.

Por la condución de 50.000 ladrillos de Híjar, a 14 reales el millar 70 libras.

Por la condución de los 100 maderos para los andamios, que allá se consideraron a 6 reales y traídos de la sierra, valen allí a 4 reales 20 libras.

Por la condución de los telares de yerro desde ésta {Zaragoza}a La Puebla 4 libras.

Por la condución de las grapas de yerro desde ydem 2 libras.

Por la conducción de las 20 arrobas de plomo, la cruz, bola y 10 arrobas de clavos desde Zaragoza 4 libras.

Ymporta la condución de lo antecedente 320 libras.

Ydem de la cantería 140 libras.

{Total del acarreo de materiales} 460 libras. 

Ymporte de mampostería 1.977 libras, 8 sueldos.

Total importe de cantería por Ribes 1.500 libras. 

{Total absoluto} 3.477 libras, 8 sueldos. 

{Total sin las 460 libras del acarreo de materiales}
3.017 libras, 8 sueldos. 

Nota 
Que hecho tanteo a parte del chapitel para la coronación de la torre por dicho Rives, le considera en 500 libras [jaquesas], y esta parte hecha de madera cubierta de oja de lata dada de secante, según tanteo hecho por Cristóval Eraso, maestro carpintero acreditado en esta ciudad, ascenderá a 400 libras.

Zaragoza, 23 de Julio de 1784. Agustín Sanz.



Rev. 1.1


NOTAS A PIE DE PÁGINA:



1 Véanse las últimas aportaciones sobre Agustín Sanz en SERRANO MARTIN, E., <<Agustín Sanz (1724-1801), arquitecto del Duque de Híjar>>, en CASAUS BALLESTER, M. J. (coord.), Actas de las Jornadas sobre: El Señorío Ducado de Híjar, Andorra, Ayuntamiento de Híjar y Centro de Estudios del Bajo Martín, 2007, pp. 293-319; MARTINEz MOLINA, J., <<Agustín Sanz, un arquitecto ilustrado al servicio del poder señorial>>, en MARTINEz MOLINA, J., ORTIz CRUz, D., y ULIAQUE ARRUEGO, I., Cuadernos del Ducado de Híjar 1: El Legado Cultural, Teruel, Archivo Ducal de Híjar-Archivo Abierto y Centro de Estudios del Bajo Martín, 2008, pp. 69-98; MARTINEz MOLINA, J., <<La nueva Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora de La Puebla de Híjar: la intervención del arquitecto ilustrado zaragozano Agustín Sanz (1765-1772)>>, Artigrama, 23, Zaragoza, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 2008, pp. 539-564; MARTINEz MOLINA, J., <<Nuevas aportaciones al estudio de la Puerta del Carmen de Zaragoza (1787-1795)>>, Artigrama, 24, Zaragoza, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 2009, pp. 443-466; MARTíNEz MOLINA, J., <<El Cuartel de Convalecientes de Zaragoza (1792-1799), un ejemplo de domus militaris de la época de la Ilustración>>, Artigrama, 25, Zaragoza, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 2010, pp. 465-490; MARTINEz MOLINA, J., <<La Iglesia de la Exaltación de la Santa Cruz de Zaragoza, obra de Julián Yarza Ceballos y Agustín Sanz (1769-1780)>>, Academia. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 112-113, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 2011, pp. 115-151; MARTINEz MOLINA, J., <<Las cinco Casas en hilera para quiñoneros y el Oratorio de San Antonio de Padua del Monte del Ceperuelo de Híjar (1771-1775), obra del arquitecto ilustrado zaragozano Agustín Sanz >>, Rujiar, 13, Teruel, Centro de Estudios del Bajo Martín, 2012, pp. 183-204; MARTINEZ MOLINA, J., <<El Horno de cocer pan de Urrea de Gaén (1769-1771), un destacado edificio utilitario de la época de la Ilustración diseñado por el arquitecto zaragozano Agustín Sanz>>, Rujiar, 13, Teruel, Centro de Estudios del Bajo Martín, 2012, pp. 205-221; MARTINEZ MOLINA, J., <<La Casa-palacio de Simón Ignacio Tarazona en Zaragoza (1770-1771), obra del arquitecto ilustrado Agustín Sanz>>, Artigrama, 27, Zaragoza, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 2012, pp. 475- 496; y MARTINEZ MOLINA, J., <<Juan Bautista Casabona, un indiano en la Zaragoza de la Ilustración: estudio de su casa-palacio (1768-1769), obra del arquitecto Agustín Sanz>>, Cuadernos de Estudios del Siglo XVIII, 23, Oviedo, Universidad de Oviedo-Instituto Feijoo del Siglo XVIII, 2013, pp. 101-128.

2 Sobre la intervención de Agustín Sanz en la Iglesia de La Puebla de Híjar y el proceso constructivo del templo, véase MARTíNEZ MOLINA, J., <<La nueva Iglesia de la Natividad...>>, op. cit, pp. 539-564.

3 Véase una breve aproximación a la biografía del IX Duque de Híjar en MARTINEZ MOLINA, J., El Conjunto Palaciego de los Condes de Aranda en la villa de Épila, Zaragoza, Institución <<Fernando el Católico>> (CSIC), 2010, p. 42. Véanse más datos sobre el personaje en varios escritos de la Dra. Mª José Casaus Ballester, gran estudiosa de la historia de la Casa de Híjar: CASAUS BALLESTER, M. J., Archivo Ducal de Híjar. Catálogo de los Fondos del antiguo Ducado de Híjar (1268-1919), Valencia, Diputación General de Aragón e Instituto de Estudios Turolenses, 1997, pp. 251-252; y CASAUS BALLESTER, M. J., La pinacoteca de la Casa Ducal de Híjar en el siglo XIX. Nobleza y coleccionismo, Zaragoza, Institución <<Fernando el Católico>> (CSIC), 2006, pp. 15-16 y 122.

4 Durante sus 36 años de relación profesional, el duque, muy aficionado a la arquitectura, encargó a Sanz el diseño de multitud de edificios para sus señoríos aragoneses, tanto de gran envergadura y empaque, como las Iglesias de Urrea de Gaén y Vinaceite (que Sanz no sólo diseñó sino que también construyó con su taller entre finales de la década de 1770 y principios de la de 1780 dentro de un refinado y exquisito lenguaje barroco clasicista ya muy depurado), como de carácter menor, siendo muy numerosos los encargos de edificios utilitarios relacionados con la obtención de rentas señoriales (monopolios señoriales), como molinos aceiteros, hornos de cocer pan, posadas, acequias, casas para colonos etc., pero también capillas, cárceles, un hospital o incluso un pueblo entero de nueva colonización... Véanse las últimas aportaciones sobre este tema en MARTíNEZ MOLINA, J., <<La nueva Iglesia de la Natividad...>>, op. cit., pp. 539-564; MARTINEZ MOLINA, J., <<Las cinco Casas en hilera...>>, op. cit., pp. 183-204; MARTINEZ MOLINA, J., <<El Horno de cocer pan...>>, op. cit., pp. 205-221.

5 Archivo Histórico Provincial de Zaragoza (A.H.P.Z.), Archivo Ducal de Híjar (A.D.H.), Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Cartas Órdenes del Señor Duque 1772 (Cartas de 22-IV-1772 y 30-V-1772).

6 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 46, Doc. 1. Respuestas a Su Excelencia 1767 (Carta de 17-X-1767).

7 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-1-1 (Informe de visura de 17-III-1765).

8 A.H.P.Z., A.D.H., Sala I, Leg. 465, Doc. 3, Caja 1. Cartas del Administrador Local de La Puebla de Híjar, 1767 (Carta de 19-VII-1767).

9 A.H.P.Z., A.D.H., Sala V, Leg. 106, Doc. 4 (Diseño de Agustín Sanz para la Torre de la Iglesia de La Puebla de Híjar). En la leyenda de este diseño Sanz puntualizó lo siguiente: Delineación de una torre campanil para La Puebla de Híjar, que ay executada asta la cornisa inmediata a la muestra del relox.

10 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 1. Cartas Órdenes Señor Duque 1770 (Carta de 21- IV-1770).

11 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 1. Respuestas a Su Excelencia 1770 (Carta de 21-IV1770).


12 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-1-3, Papel nº 4 (Carta de 23-XI-1770).

13 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-1-17 (Informe de visura de 27-XI-1770).

14 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-1-25, Papel nº 1 (Narración de 6-VII-1781).

15 A principios de 1772 Agustín Sanz estaba en un momento clave de su carrera profesional, en un periodo de crecimiento imparable, tanto en encargos como en fama, que tendría su colofón en mayo de 1775 con la obtención del título de Académico de Mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, distinción que lo convirtió en el profesional de la arquitectura de mayor rango de todo Aragón junto al pronto malogrado Gregorio Sevilla, inaugurando su etapa creativa de esplendor, y que le abrió las puertas de más de un cuarto de siglo de dominio casi indiscutible del panorama arquitectónico aragonés, periodo durante el cual se convirtió en el principal difusor en tierras aragonesas del ideal arquitectónico clasicista propugnado por la Real Academia de San Fernando. Para aquel entonces, comienzos de 1772, tras diez años como maestro de obras con taller propio abierto en la ciudad (no obstante, la titulación gremial la poseía aproximadamente desde 1757), Sanz era ya el arquitecto más prestigioso y respetado de Zaragoza junto a su antiguo maestro Julián Yarza Ceballos, que falleció muy pronto, el 8 de marzo de ese mismo año. En esos diez años como maestro independiente, que habían estado precedidos de una sólida formación previa, tanto teórica como práctica, y del trabajo como oficial de primer nivel en las obras de la Santa Capilla del Templo del Pilar entre 1754 y 1762 a las órdenes de su proyectista, el célebre Ventura Rodríguez, y de los directores de la obra, Julián Yarza Ceballos y Francisco Velasco, Sanz había logrado labrarse una sólida y merecida fama de profesional solvente, eficaz, fiable y muy renovador desde un punto de vista estético, algo que le había valido el apoyo de las clases altas de la ciudad, sobre todo de la nueva burguesía ilustrada, algunos de cuyos miembros más prominentes habían comenzado a confiarle sus proyectos arquitectónicos más relevantes desde mediados de la década de 1760 (Francisco Destre, Juan Martín de Goicoechea, Simón Ignacio Tarazona...). El prestigio adquirido le proporcionó también numerosos empleos públicos vinculados a la arquitectura a caballo entre la parte final de la década de 1760 y los primeros años de la de 1770, empleos que le generaron ingresos regulares que facilitaron su asentamiento y crecimiento profesional progresivo y la posibilidad de acometer proyectos cada vez más ambiciosos. Entre dichos empleos cabría destacar el de Maestro de Obras y Visor del Ayuntamiento de Zaragoza, el de Maestro de Obras de la Junta de Real Contribución de Zaragoza, pero, sobre todo, el de Arquitecto de referencia de la Intendencia General de Aragón, que le proporcionó muchos encargos públicos de cierta envergadura.


16 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Respuestas a Su Excelencia 1772 (Cartas de 8-II1772 y 18-IV-1772). Sobre este tema véase MARTINEZ MOLINA, J., «La nueva Iglesia de la Natividad...», op. cit, pp. 539-564, espec. pp. 541-542.

17 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Respuestas a Su Excelencia 1772 (Carta de 8-II-1772).

18 Los terrenos de la iglesia que resultó fallida habían sido adquiridos por el ayuntamiento en representación de los vecinos, por lo que el ayuntamiento era su propietario. Véase A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Respuestas a Su Excelencia 1772 (Carta de 19-V-1772).

19 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Respuestas a Su Excelencia 1772 (Carta de 18-IV1772); y A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Cartas Órdenes de Señor Duque 1772 (Carta de 22-IV-1772).


20 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Respuestas a Su Excelencia 1772 (Carta de 8-II-1772).


21 El dato de la ausencia de Agustín Sanz en las fiestas de Traslación del Santísimo Sacramento se deduce de que durante dichas fiestas se reunieron el administrador José Faure y el maestro de obras Joaquín Cólera, quedando este último en que viajaría a Zaragoza para combenirse con Agustín Sanz y dar a una la certificación sobre el coste global de la Iglesia de La Puebla, lo que indica que Sanz no estaba presente. Véase A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Respuestas a Su Excelencia 1772 (Carta de 8-II-1772).

22 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Respuestas a Su Excelencia 1772 (Carta de 8-II-1772).

23 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Respuestas a Su Excelencia 1772 (Carta de 18-IV1772).

24 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Cartas Órdenes Señor Duque 1772 (Carta de 22- IV-1772).

25 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Respuestas a Su Excelencia 1772 (Carta de 19-V-1772).

26 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-3 (Carta de 15-XII-1779).

27 A.H.P.Z., A.D.H., Sala V, Leg. 106, Doc. 4 (Diseño de Agustín Sanz para la Torre de la Iglesia de La Puebla de Híjar).

28 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-13 (Cartas de 31-I-1784 y 6-III-1784).

29 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-11 (Carta de 27-II-1782).

30 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-13 (Carta de 6-III-1784).

31 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-3 (Carta de 15-XII-1779).

32 Precisamente en 1772 Sanz se hizo cargo de las obras de la Iglesia de la Santa Cruz de Zaragoza, templo que resolvió con unos planteamientos estéticos estrechamente vinculados a los desarrollados por Ventura Rodriguez en la Santa Capilla y en su propuesta de reforma del Templo del Pilar. Sobre este proyecto véase MARTINEZ MOLINA, J., «La Iglesia de la Exaltación...», op. cit., pp. 115-151.

33 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Cartas Órdenes Señor Duque 1772 (Carta de 22- IV-1772).

34 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Respuestas a Su Excelencia 1772 (Carta de 19-V1772).


35 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Cartas Órdenes Señor Duque 1772 (Carta de 30- V-1772).

36 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 88, Doc. 2. Cartas Órdenes Señor Duque 1772 (Carta de 30- V-1772).

37 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-6 (Autorización de 11-IV-1780).

38 La estancia en Aragón se prolongó entre septiembre y la primera mitad de octubre, y tuvo comienzo y final en Zaragoza. La llegada a Aragón fue problemática por una epidemia que afectaba a la zona del Bajo Aragón, lo que obligó a la comitiva a pasar previamente por Zaragoza y a permanecer allí un tiempo. El viaje como tal tuvo lugar entre la segunda mitad de septiembre y los primeros días de octubre. El 5-X-1779, y probablemente ya antes, el duque estaba de nuevo en Zaragoza, ya que escribió desde allí una carta dirigida a José Sancho Soguero, alcalde de Urrea de Gaén, y el 12 de octubre hizo distintos encargos a José Faure y Oto antes de su marcha. Véase A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 113, Doc. 1-17, Papel nº 3 (Carta de 5-X-1779); y A.H.P.Z., A.D.H., Sala I, Leg. 477, Doc. 1 (Carta de 12-X-1779).


39 Conformada por el alcalde, cinco regidores y el síndico procurador general.

40 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-1 (Resolución de 17-XI-1779).

41 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-2 (Resolución de 17-XI-1779).

42 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-6 (Autorización de 11-IV-1780).

43 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-12 (Apunte del resultado del remate de la subasta). Los ganadores de la subasta fueron Marcos Gil, Manuel Estevan y Antonio Monbiela.

44 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-11 (Carta de 27-II-1782).

45 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-3 (Carta de 15-XII-1779).

46 Joaquín Cólera tiene todavía pocos proyectos documentados, casi todos ellos en la zona del Bajo Aragón. Se sabe que participó en la Iglesia de los Escolapios de Alcañiz (década de 1750), que inició la Ermita de Santa Bárbara en La Fresneda (obra cedida en 1751 a su primo Antonio Cólera) y que en 1753 era miembro de la Cofradía de San José de Alcañiz. Probablemente se había formado en los años 30-40 como oficial del maestro Miguel de Aguas, director de las obras de la Colegiata de Alcañiz, diseñada por el zaragozano Domingo Yarza. Entre 1750 y 1751 reparó y reformó en profundidad el Palacio Ducal de Híjar. A su vez, el 3-V-1759 se concluyó el segundo cuerpo, de planta octogonal, de la torre de la Iglesia parroquial de Peñarroya de Tastavins, cuyas obras había dirigido. Entre 1760 y 1761 levantó la enorme Hospedería de la Ermita de Nª Sª del Pueyo en Villamayor de Gállego (Zaragoza). Hacia 1764 cobró por trabajos de diseño para la Parroquial de Batea (Tarragona). También en 1764 tenía una obra en Maella (quizá la ermita de Santa Bárbara) que había iniciado poco antes de comenzar la obra de la Iglesia La Puebla de Híjar, pero que tuvo que ceder a su hijo Miguel por incompatibilidad, aunque Joaquín visitó la obra de vez en cuando para revisarla, previa autorización del duque de Híjar. Tras terminar su labor en La Puebla de Híjar se trasladó a Calaceite para trabajar en otra obra que tenía concertada y que debía comenzar el 23-VII-1770. No obstante, durante el transcurso de las obras de la Iglesia de La Puebla he podido documentarle otros trabajos al servicio del IX Duque de Híjar. Así, hacia el 15-I-1769 se le encargó que tanteara el coste de ampliar la Iglesia de Vinaceite y de construir un nuevo horno para dicha localidad, lo que tuvo como consecuencia la elaboración de unos primeros planos para dicha iglesia, que ya tenía concluidos a comienzos de julio de 1769 aunque a finales de ese mismo mes fueron desechados en beneficio de otros que debía trazar Agustín Sanz, y la preparación de un diseño y unas capitulaciones para el Horno de Vinaceite, que a comienzos de julio de 1769 estaban ya en poder del duque de Híjar. Véase THOMsON LLIsTERRI, T., Las Artes en el Bajo Aragón en la segunda mitad del siglo XVIII. Estudio documental, Alcañiz, Centro de Estudios Bajoaragoneses, 2002, pp. 59, 83 y 98; RUIZ MAZA, F., <<Las iglesias del Ducado de Híjar en el siglo XVIII», Rujiar, 2, Híjar, Centro de Estudios Hijaranos, 2001, pp. 127-156, espec. p. 142; CREsPIN, A., <<Construcción de la iglesia y torre de Peñarroya», Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón, n° enero-febrero 1909, Tortosa, Impr. Querol, 1909, pp. 42-44, espec. p. 44; LA REDACCIóN, <<De Batea», Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón, n° marzo-abril 1909, Tortosa, Impr. Querol, 1909, pp. 98-103, espec. p. 44; A.H.P.Z., A.D.H., Sala I, Leg. 357, Doc. 7; A.H.P.Z., A.D.H., Sala I, Leg. 465, Doc. 3, Caja 1. Cartas del Administrador Local de La Puebla de Híjar, 1767 (Carta de 9-VIII-1767); A.H.P.Z., A.D.H., Sala I, Leg. 465, Doc. 3, Caja 2. Cartas del Maestro de Obras de la yglesia 1770 (Carta de 22-VII-1770); A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 46, Doc. 1. Respuestas a Su Excelencia 1769 (Cartas de 10-I-1769 y 18-VII-1769); A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 46, Doc. 1. Cartas Órdenes del Señor Duque 1769 (Cartas de 5-VII-1769, 8-VII-1769 y 26-VII-1769); A.H.P.Z., A.D.H., Sala I, Leg. 465, Doc. 3, Caja 2. Cartas del Administrador Local de La Puebla de Híjar, 1770 (Carta de 22-VI-1770).


47 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-3 (Carta de 15-XII-1779).


48 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-4, Papel nº 2 (Presupuesto de Antonio Cólera).

49 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-4, Papel nº 1 (Carta sin fecha de Antonio Cólera).

50 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-5 (Carta de 5-III-1780).

51 A día de hoy todavía se conocen pocas obras de Jerónimo Subirón. Por las investigaciones de José María Carreras Asensio se sabe que era natural de Mallén (Zaragoza), que el 27-VI-1763 concertó con el Concejo de las Cuevas de Portalrubio (Teruel) la construcción de su iglesia (obras que se prolongaron por lo menos hasta 1777), y que en aquellas mismas fechas estaba construyendo la parroquial de Segura de Baños (Teruel), donde residía. Véase CARRERAs AsENsIo, J. M., Noticias sobre la construcción de iglesias en el noroeste de la Provincia de Teruel, Calamocha, Centro de Estudios del Jiloca, 2003, pp. 180-185 y 358-359. A su vez, a finales de septiembre de 1780 inició la construcción de la torre de la Iglesia de Sástago. Véase A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-9 (Carta de 25-IX-1780).

52 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-7 (Carta de 26-VI-1780).

53 El duque mandó que la elaboración del presupuesto se encargara a Jerónimo Subirón de Muniesa. Muy probablemente el duque quería hacer referencia a la procedencia del maestro, el pueblo de Muniesa, lo que probablemente fuera un error, ya que Jerónimo Subirón, según consta documentalmente, procedía de Mallén, equivocación por otro lado factible ya que ambas poblaciones aragonesas comienzan por la letra <<m>>. También cabe la posibilidad que <<de Muniesa>> aludiera al segundo apellido del maestro de obras.

54 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-9 (Carta de 25-IX-1780).


55 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-8 (Pactos y capitulaciones de 24-IX-1780).

56 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-9 (Carta de 25-IX-1780).

57 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-7 (Carta de 26-VI-1780); y A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-9 (Carta de 25-IX-1780). Además, al remitir sus capitulaciones, agradeció exclusivamente que se hubiera tenido la deferencia de encargarle dichas capitulaciones, pero nada más.


58 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-8 (Pactos y capitulaciones de 24-IX-1780).

59 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-11 (Carta de 27-II-1782).

60 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-11 (Carta de 27-II-1782).


61 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 3 (Carta de 5-VII-1788). En esta carta se hace referencia al conocimiento que tenía el Arzobispo de Zaragoza, Agustín de Lezo y Palomeque, de los grandes esfuerzos del duque de Híjar en la dotación de las iglesias de las que era responsable como llevador de sus rentas, algo que según el prelado no era imitado por el resto de nobles.

62 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-11 (Carta de 27-II-1782).

63 Entre 1782 y 1783 acometió varios encargos para el duque de Híjar aparte de éste, como la elaboración de las trazas del Molino Aceitero de Belchite, fechadas el 18-IV-1782, el plano de las mojonaciones entre Almochuel y Vinaceite, firmado el 28-XI-1782, el reconocimiento del Molino Harinero de La Puebla de Híjar para determinar las obras que requería y establecer su precio, llevado a cabo hacia el 10-VIII-1783, o la elaboración de los planos del pueblo de nueva colonización de San Rafael, en el término de Híjar, que realizó entre los últimos meses de 1783 y los primeros de 1784.


64 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-13 (Carta de 31-I-1784).


65 A.H.P.Z., A.D.H., Sala III, Leg. 79, Doc. 2-7 (Carta de 16-VIII-1783).

66 A.H.P.Z., A.D.H., Sala V, Leg. 106, Doc. 4 (Diseño de Agustín Sanz para la Torre de la Iglesia de La Puebla de Híjar). A esto hay que añadir que el diseño de 1772, como ya se señaló al tratar del mismo, no se archivó en el archivo ducal, ni en Madrid ni en Zaragoza, siendo así mucho más factible que la traza conservada en la actualidad sea la última, es decir, la de 1783-1784.

67 Antonio Ribes, natural de Valencia, llegó a ser uno de los canteros más destacados de Zaragoza. Era miembro del gremio de canteros de la ciudad, estando documentado como su mayordomo en los años 1775 y 1776. Fue un colaborador habitual de Agustín Sanz, con quien había trabajado en las obras de la Iglesia de La Puebla de Híjar y con quien volvió a hacerlo en el zaragozano Molino Aceitero de Goicoechea. En Zaragoza llevó a cabo obras de envergadura como: 1) el bello suelo de La Seo, del cual el actual es una copia fiel, cuyas obras de instalación se iniciaron en 1782; 2) la decoración de la Torre de La Seo, que ejecutó junto al escultor Joaquín Arali entre 1787 y 1790; o 3) los pedestales de los pilares de La Seo, cuyas obras se iniciaron en 1788, al concluirse el pavimento. Véase ExpósITo SEBAsTIAN, M., «El gremio de canteros de Zaragoza (1760-1812)», Artigrama, 1, Zaragoza, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 1984, pp. 269-286, espec. p. 286; y SAN VICENTE PINo, A., Años Artísticos de Zaragoza (1782-1833), sacados de los Años Políticos e Históricos que escribía Faustino Casamayor, alguacil de la misma ciudad, Zaragoza, Ibercaja, 1991, pp. 17, 49, 53 y 67.

68 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-13 (Carta de 31-I-1784).


69 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-13 (Carta de 6-III-1784).

70 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-4, Papel nº 1 (Carta sin fecha de Antonio Cólera); y A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-8 (Pactos y capitulaciones de 24-IX-1780).

71 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-13 (Carta de 6-III-1784).


72 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-13 (Carta de 6-III-1784).

73 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-14 (Carta de 10-III-1784).

74 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-14 (Carta de 16-III-1784).

75 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-15 (Carta de 4-V-1784).

76 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-16 (Carta de 19-V-1784).


77 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-17 (Presupuesto de 23-VII-1784).

78 A.H.P.Z., A.D.H., Sala V, Leg. 106, Doc. 4 (Diseño de Agustín Sanz para la Torre de la Iglesia de La Puebla de Híjar).

79 La solución de chapitel de fábrica recubierto parcialmente de láminas de plomo la aplicó Sanz en otras torres diseñadas por él como la de la Iglesia de la Santa Cruz de Zaragoza o la de la Parroquial de Pina de Ebro, que responden a un prototipo de campanario diferente al de La Puebla de Híjar.


81 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-17 (Presupuesto de 23-VII-1784).

80 Sanz contempló también la posibilidad alternativa de hacer el chapitel de madera cubierta de oja de lata dada de secante, según tanteo hecho por Cristóval Eraso, maestro carpintero acreditado en esta ciudad, en cuyo caso costaría 400 libras jaquesas (7.529 reales de vellón) en vez de 500 (9.412 reales).

82 La diferencia se quedaría en 127 libras (2.391 reales) si se restara el coste del yeso, del que se hacían cargo los vecinos en el presupuesto de Sanz (210 libras o 3.953 reales), pero todavía no en el de Ribes, aunque en este último esta partida sería mínima por hacerse la torre de sillar. Por tanto, la diferencia real era la de 337 libras, siempre descontando los trabajos de acarreo acometidos por los vecinos.

83 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-13 (Presupuesto de 6-III-1784).

84 Vicente Goser se convirtió en administrador general de los estados del duque de Híjar en Aragón tras el fallecimiento del anterior administrador, José Faure y Oto, el 4-V-1784, aunque ya antes ejerció como tal de forma interina. Véase A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 32, Doc. 7 (Carta de 4-V-1784).

85 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 72, Doc. 2-2-18 (Carta de 31-VII-1784).

86 A.H.P.Z., A.D.H., Sala II, Leg. 32, Doc. 11 (Carta de 22-VII-1788).


87 Este diseño, que responde plenamente a los parámetros académicos propugnados desde la Real Academia de Bellas de San Fernando de Madrid, muestra el altísimo nivel técnico alcanzado por Agustín Sanz en el dibujo arquitectónico. A.H.P.Z., A.D.H., Sala V, Leg. 106, Doc. 4 (Diseño de Agustín Sanz para la Torre de la Iglesia de La Puebla de Híjar). Delineación de una torre campanil para La Puebla de Híjar, que ay executada asta la cornisa inmediata a la muestra del relox. Dibujo en papel verjurado delineado a tinta negra sobre lápiz, con aguadas gris, negra y amarilla. 662 x 218 mm. Escala gráfica de 60 palmos aragoneses.

88 Este recurso, aplicado a la transición entre arco y entablamento, fue muy utilizado en la arquitectura clásica romana. Posteriormente se recuperó durante el Renacimiento, siendo empleado por arquitectos tan relevantes como Miguel Ángel, quien lo utilizó en los arcos de la Basílica de San Pedro del Vaticano. Posteriormente fue asumido por el manierismo reformado (Palladio, Vignola...) y el barroco romano, de donde saltó a latitudes más lejanas, como España.


89 Agustín Sanz conocía bien el aspecto de la fachada de la Iglesia de Santa Inés de Roma, incluidas sus torres, ya que en diferentes edificios religiosos diseñados por él pueden rastrearse citas a esta fachada, sobre todo en la Parroquial de Épila. Dado que no había estado en Roma, conocería esta iglesia gracias, sin duda, al Insignium Romae Templorum (1684), un repertorio de estampas arquitectónicas de iglesias romanas de la Edad Moderna que ejerció una gran influencia durante todo el siglo XVIII entre los profesionales españoles de la arquitectura (tuvo una gran difusión y lo poseyeron instituciones artísticas, eruditos y arquitectos tan relevantes como Ventura Rodríguez), junto a otros repertorios como el Disegni di Vari Altari e Cappelle (1689-1691?) y los tres volúmenes del Studio d’Archittetura Civile (1702, 1712 y 1721). Estos repertorios ayudaron a codificar el barroco clasicista o académico español, que tomó como referencia las propuestas arquitectónicas y estéticas del barroco romano, debidamente adaptadas y reinterpretadas en clave clasicista, como vía para la renovación de la anquilosada arquitectura española a mediados del siglo XVIII. Sobre la influencia de los repertorios de estampas de arquitectura en la España del siglo XVIII véase RODRIGUEZ RUIZ, D., «De viajes de estampas de arquitectura en el siglo XVIII. El Studio d’Architettura Civile de Domenico de Rossi y su influencia en España», Boletín de Arte, 34, Málaga, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Málaga, 2013, pp. 247-296.

90 Sobre la torre de La Seo de Zaragoza y su singular chapitel originario véase IBAñEz FERNÁNDEz, J., y SUTERA, D., «Entre Gaspar Serrano y Giovanni Battista Contini: la reforma barroca del campanario de la catedral de Zaragoza», Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, 22, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2010, pp. 189-208. El chapitel de Contini fue destruido en 1850 por un incendio generado por un rayo, siendo sustituido años después por el actual, que se inspira en el original pero con ciertas diferencias.

91 A lo largo del siglo XVIII se levantaron por toda la geografía aragonesa numerosas torres campanario que siguieron con mayor o menor fidelidad el esquema general de la torre de La Seo.

92 La combinación de cuerpos de planta cuadrada y octogonal estaba presente también en la tradición de las torres mudéjares aragonesas del siglo XVI.


93 Archivo Histórico Nacional (A.H.N.), Consejos, MPD, 2116 (Dibujo de la sección transversal de la Iglesia Colegial de Sariñena y del alzado de su torre campanario, diseño firmado por Agustín Sanz el 2-IV-1792).

94 Curiosamente, la torre de la Parroquial de Morés, diseñada por el arquitecto José Yarza Lafuente (1759-1833) a principios del siglo XIX, presenta un gran parecido con la de La Puebla de Híjar. Este arquitecto, que era hijo de Julián Yarza Lafuente y que fue vecino de Agustín Sanz en los últimos quince años de vida de éste, quizá pudo conocer un borrador o copia del diseño (o incluso el original, dado que se conservaba en el Archivo de la Administración de la Casa de Híjar en Zaragoza y al parecer diseñó el templo para el IX Duque de Híjar, que era señor de Morés tras haber heredado el Condado de Aranda en 1798), lo que explicaría las similitudes existentes entre ambas torres. No sería de extrañar esta posible influencia, dado que Yarza, pese a su edad mucho menor, siempre fue deudor de las soluciones arquitectónicas de Sanz (incluso ya fallecido éste), que imitó con frecuencia y sin tapujos, incluso muy entrado el siglo XIX. De hecho la propia fachada de la Iglesia de Morés es una copia casi literal de la fachada de la Parroquial de la Santa Cruz de Zaragoza, diseñada por Sanz más de tres décadas antes. A su vez, el propio José Yarza, en su diseño para la nueva torre de la Iglesia de Nigüella (1807), que no llegó a construirse, volvió a reinterpretar el diseño de Sanz para el campanario de La Puebla, pero variando las proporciones y suprimiendo el tercer cuerpo. En este caso la solución dada al chapitel es muy fiel a la de Sanz, quien la había desarrollado también en la torre de la Parroquial de Pina de Ebro. Véase el diseño de la torre de Nigüella en YARZA GARCIA, J. DE, Aportación de la familia de los Yarza a la arquitectura y urbanismo de Aragón, Zaragoza, Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, 1948, lám. 4.


95 Sobre la influencia de este modelo de torre codificado por Sanz en la arquitectura religiosa aragonesa véase MARTINEZ MOLINA, J., «La Iglesia de la Exaltación...», op. cit., pp. 115-151, espec. pp. 143 y 151.

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